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Fátima disfruta jugar, pintar, ponerse vestidos, y arreglarse el pelo; además, le encantan los helados. A José Ignacio le gustan los viajes a la playa, en avión, comer rico y leer. Ellos, junto con su mamá Susana y su papá Pablo, conforman, desde hace tres años, la familia Jiménez Ureña.

LA VERDAD DE LA ADOPCION EN COSTA RICA

Fátima disfruta jugar, pintar, ponerse vestidos, y arreglarse el pelo; además, le encantan los helados. A José Ignacio le gustan los viajes a la playa, en avión, comer rico y leer. Ellos, junto con su mamá Susana y su papá Pablo, conforman, desde hace tres años, la familia Jiménez Ureña.

LA VERDAD DE LA ADOPCION EN COSTA RICA
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Susana Ureña cuenta que siempre tuvieron la idea de ser papás: “Un día Pablo retomó el tema. Yo le decía que tenía miedos y dudas, Pablo me decía que también, pero que lo intentáramos”.

Pablo Jiménez comparte que: “La culpa la tuvo un mueble. Este era un cuarto para un niño por venir y se estaba llenado de muchas cosas, le dije a Susana. Esto nos hizo materializar el deseo de ser padres por la vía adoptiva”, compartió Pablo Jiménez.

Fátima y José Ignacio son parte de los más de cien niños, niñas y adolescentes que, cada año, alcanzan la condición de adoptabilidad administrativa y la autorización judicial de ubicación potencialmente adoptiva en riesgo o una sentencia judicial firme de extinción de atributos de responsabilidad parental con fines adoptivos.

Silvia Rojas, Psicóloga del Departamento de Adopciones del Patronato Nacional de la Infancia explica que el adoptabilidad es garantizar que el niño, niña o adolescente esté preparado a todo nivel, que comprendan su historia y deseen un nuevo vínculo.

La adopción, en última instancia, es un proceso judicial que requiere que, a los progenitores de las niñas, niños y adolescentes se les hayan extinguidos los atributos de responsabilidad parental con fines adoptivos mediante sentencia judicial firme. Esta medida extrema se da cuando, se ha agotado la intervención psicosocial y legal con la familia y, pese a los esfuerzos realizados y apoyos implementados, el entorno continúa siendo de alto riesgo y vulnerabilidad para la persona menor de edad”.

Jorge Urbina, Coordinador del Departamento de Adopciones del PANI aclara que, una vez que los niños, niñas y adolescentes, tienen la condición legal y psicosocial y existan familias con idoneidades compatibles para una posible protección potencialmente adoptiva, el Departamento de Adopciones tarde 1 mes 16 días en generar la convivencia de la persona menor de edad con la familia potencialmente adoptiva”.

En el caso de Susana y Pablo el tiempo de espera por Fátima y José Ignacio fue de siete meses.

El trabajo sustantivo del PANI es trabajar con la familia para que los niños, niñas y adolescentes puedan crecer en un entorno protector que garantice su desarrollo integral. Por ejemplo, en el 2024, se recibieron 94.240 denuncias por supuestas violaciones de derechos contra 125.709 niños, niñas y adolescentes.

Gracias al trabajo psicosocial y legal de las oficinas locales, la gran mayoría de estos niños, niñas y adolescentes regresaron con sus familias, cuando la situación denunciada se modificó; y solamente 107 llegaron al Departamento de Adopciones con las condiciones técnico-jurídicas que autorizaban su ubicación en una familia potencialmente adoptiva.

De este grupo, 91 fueron ubicados en 80 familias con fines adoptivos. Los otros 16 tienen características, condiciones y requerimientos atencionales que no son compatibles con las características y competencias de idoneidad de las familias y la demanda adoptiva (mayores de 7 años, grupos de hermanos, condiciones de discapacidad, enfermedades crónicas, antecedentes familiares psiquiátricos, entre otros). Por ejemplo, un alto porcentaje de las familias idóneas del Registro de Familias Elegibles nacional manifiesta que sus competencias se limitan a niñas menores de 6 años.

La historia de la familia Jiménez Ureña enseña que la motivación real para la adopción debe ser el amor y el deseo de ser padres; que el tiempo de espera debe responder al interés de las personas menores de edad y que cada año, solamente son cerca de 100 niños y niñas los que alcanzan una ubicación potencialmente adoptiva, dentro del sistema institucional.

Además, que hay un grupo de 16 niños, niñas y adolescentes cuyas características no coincidan con la demanda adoptiva. De allí la importancia de informar y sensibilizar sobre la realidad de la adopción en Costa Rica y propiciar la apertura de los costarricenses a proteger adoptivamente a niños, niñas y adolescentes que tienen derecho a crecer y desarrollarse en una familia.

Pablo y Susana comentan que la maternidad y paternidad no es un proceso sencillo, pero con el acompañamiento y el amor se sale adelante y nos comparten los momentos más significativos que han vivido como familia. 

En la segunda entrega del reportaje “La verdad de la adopción en Costa Rica”, conoceremos a la familia de Abraham, David y Mauricio.

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