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A los niños se les exige que rindan como adultos, olvidando que la infancia no es un entrenamiento, sino una etapa fundamental de la vida misma.

Los menores deben recuperar lo que nunca debieron perder: la alegría de ser niños.

Imagen ilustrativa tomada de pexels.com


La mayoría de los padres de familia tuvieron una infancia diferente a la actual donde las dinámicas sociales y necesidades han cambiado drásticamente. Ser niño en el siglo XXI no es lo mismo que hace dos décadas. Las agendas escolares saturadas, el uso excesivo de pantallas y teléfonos celulares, la exposición temprana a noticias de violencia y la disminución de espacios seguros para jugar hacen que la niñez se viva hoy con un nivel de estrés y presión emocional inédito.

Catalina Chaves Fournier, psicóloga directora de la Casa de los Niños, señala que los adultos muchas veces no se dan cuenta de lo acelerada que se ha vuelto la infancia.

“Estamos exigiendo a los niños que rindan como adultos, olvidando que la infancia no es un entrenamiento para la vida, sino una etapa fundamental de la vida misma”, indica Chaves.

Reconocer los nuevos desafíos

En Costa Rica, cada vez más niños presentan dificultades para dormir, baja tolerancia a la frustración y problemas de concentración.

Hablar de estos nuevos desafíos es clave para que padres, madres y docentes comprendan que no se trata de “niños malcriados o flojos”, sino de niños que están creciendo bajo presiones muy distintas a las que vivieron generaciones anteriores.

Algunos signos de alerta que muestran que un niño puede estar sobrecargado emocionalmente son:

  • Dolores de cabeza o estómago recurrentes sin causa médica aparente.
  • Irritabilidad, llanto frecuente o reacciones explosivas.
  • Dificultad para concentrarse en tareas escolares.
  • Desmotivación frente a actividades que antes disfrutaba.
  • Conductas de aislamiento o dependencia excesiva de la tecnología.

Consejos para los padres

La psicóloga Catalina Chaves propone acciones sencillas pero contundentes para devolverle a los niños espacios de bienestar y libertad:

  • Recuperar el valor del juego libre: tiempo sin horarios, sin pantallas, sin teléfonos y sin evaluaciones, donde el niño pueda ser simplemente niño.
  • Equilibrar la exigencia académica con actividades creativas, artísticas o deportivas que fortalezcan otras dimensiones de su desarrollo.
  • Limitar el acceso a noticias violentas y redes sociales que saturan la mente infantil de preocupaciones ajenas a su edad.
  • Validar las emociones: escuchar al niño cuando dice que está cansado, preocupado o triste, sin minimizar su experiencia.

“Los niños de hoy necesitan adultos que les recuerden que no tienen que cargar con el mundo en sus hombros. Necesitan espacios de juego, amor y seguridad para crecer sanos. Ese es el mejor regalo que podemos darles en el Día del Niño”, puntualiza Chaves Fournier.

En el marco de esta conmemoración, lo importante es que los pequeños recuperen lo que nunca deberían perder: la alegría de ser niños.

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