Desde años anteriores numerosos estudios científicos a nivel internacional, alertaban sobre las consecuencias que podría traer el tráfico ilegal de vida silvestre, y el mal manejo sanitario de la carne para consumo. Algunos, catalogan la llegada del SARS-CoV-2 como la venganza de la vida silvestre, sin embargo, para Víctor Montalvo, investigador del Instituto Internacional de Conservación y Manejo de Vida Silvestre (Icomvis-UNA), este virus es la consecuencia de las actividades agresivas e invasivas que el ser humano ha realizado en contra de la biodiversidad.
Si bien no se ha determinado el origen exacto de este coronavirus, los estudios apuntan a que su transmisión se origina del contacto con la vida silvestre, ¿puede en Costa Rica originarse una transmisión similar?
El pasado 24 de julio Namá Conservation en colaboración con el Icomvis-UNA organizó la charla “Vida silvestre en tiempos de pandemia”, donde participaron Shirley Ramírez, del Ministerio de Ambiente y Energía, Juan Carlos Cruz, investigador de Namá Conservation, Isabel Hagnauer, médico Veterinario del Zooave y Pablo Vásquez, encargado de Vida Silvestre del Área de Conservación Central del Sistema Nacional de áreas Protegidas (Sinac).
“Nuestra normativa sí ha previsto estas interacciones, y por eso tenemos un marco legal riguroso basado en la ciencia, que protege a la biodiversidad y a las personas. Nuestro objetivo es buscar un balance entre las actividades humanas y la vida silvestre, donde está establecido que el contacto directo está prohibido, y esto es precisamente para evitar que alguna enfermedad zoonótica pueda afectar a los animales o a las personas”, dijo Ramírez.
Un estudio realizado por World Animal Protection (WAP) de 2017 situó a Costa Rica como el país número 7 del mundo en fotografías y selfies inadecuados con la vida silvestre. Bajo este contexto, se impulsa desde el año anterior la campaña #stopanimalselfies, que pretende eliminar la incidencia de selfies crueles o inadecuados con animales silvestres, así como sus efectos negativos y los riesgos que implican. Sin embargo, la interacción con la vida silvestre no está solo en las áreas protegidas.
“La fauna silvestre habita en todo el territorio nacional. El Sinac no tiene un protocolo para las interacciones urbanas porque hay que evaluar muchos elementos como la situación, el lugar, la especie, no es lo mismo ver un puma en un área silvestre protegida a verlo en Tibás. Nosotros recibimos un promedio de cuatro llamadas diarias en la oficina de San José, y el 80% son interacciones de convivencia, de una queja de que el animal está ahí, aunque no haga nada, pero ese es su hábitat, lo que hace falta es información”, dijo Vásquez.
No todos los animales necesitan rescate
Hagnauer, es veterinaria en el Centro de Rescate Zooave, ella afirma que en tiempos de pandemia ha incrementado la cantidad de mamíferos neonatos, como mapaches y zarigüeyas, que llegan al Centro.
En el 2019, dijo la especialista, Zooave recibió 2790 animales, en su mayoría aves. En lo que va de esta pandemia ha recibido 1270, con un pequeño aumento de los mamíferos. “La percepción de las personas ha cambiado y ya no quieren tener un animal silvestre como mascota, pero sí quieren rescatarlos a todos y no todos necesitan ser rescatados”.
¿Cuándo rescatar un animal?
- Cuando quedan huérfanos o heridos.
- Cuando están en peligro inminente.
- Incursiones en ambientes urbanos como un puma en la ciudad.
¿Cuándo no rescatar?
- Pichones emplumados en época de crianza.
- Cachorros de mamíferos en madrigueras.
- Perezosos cruzando la calle.
- Cuando se trata de animales en parques nacionales.
“Podemos evitar otra pandemia si tenemos un trato ético y respetuoso de la vida silvestre, no rescatamos por rescatar, eliminamos la tenencia ilegal, evitamos el contacto estrecho de animales domésticos con animales silvestres y no consumimos carne sin conocer su estado sanitario”.
Virus entre nosotros
De acuerdo con Cruz los virus siempre han estado presentes en el ambiente. “Tenemos más de 5 mil virus presentes en todos los ecosistemas de la Tierra, gracias a ellos ha habido una transferencia horizontal de genes que impulsa la evolución genética de muchos organismos, al virus no le sirve que su huésped muera, lo necesita para reproducirse, el problema es cuando el virus infecta a organismos que no son sus huéspedes naturales, y esa es la naturaleza de esta pandemia”.
Para el investigador, somos los humanos los que propiciamos esta transferencia. “La deforestación y la pérdida de hábitat en general, ocasiona que muchas especies entren en contacto con otras especies y compitan por recursos, se aproximan a zonas de actividad humana e incluso llegan a interactuar con animales domésticos, especialmente el ganado. Dice un estudio que en los últimos 80 años el 75% de las enfermedades infecciosas tuvieron como origen animales salvajes, que usaron como puentes animales domésticos como pollos, cerdos y ganado para consumo humano”.
La explotación a través de la cacería, menciona Cruz, hace posible el contacto con otros patógenos. “Con la cacería las personas están en contacto con sangre, heces y orina, ahí van patógenos que nos podrían enfermar también”.