Publicidad

Incendios, sequías, olas de calor y lluvias intensas son los sucesos climáticos con mayor impacto económico y social, señala informe de MAPFRE Economics.

Los efectos del cambio climático están haciendo estragos en buena parte del mundo, lo que se une, además, a la gran brecha de aseguramiento que presentan algunas regiones.

Asia es la zona del mundo con mayor brecha de protección aseguradora (82,8%), lo que significa que tan solo el 17,2% de las pérdidas totales por riesgos relacionados con catástrofes naturales están cubiertos por contratos de seguros. Le sigue América Latina, que en la última década ha registrado una brecha media del 81,0%, con tan solo el 19% de las pérdidas totales aseguradas.

De acuerdo con los especialistas, estos datos contrastan con la región de América del Norte, que cuenta con la menor brecha de protección del mundo. Específicamente, esta tiene una media del 43,2% de pérdidas no cubiertas por los contratos de seguros.

Estas son algunas de las conclusiones del informe “Cambio Climático, Riesgos Extraordinarios y Políticas Públicas”, elaborado por MAPFRE Economics en el marco de la COP30. El documento analiza el impacto creciente del cambio climático sobre los riesgos extraordinarios que cubre la actividad aseguradora, especialmente en un contexto de intensificación de fenómenos extremos y de ampliación de brecha de protección de los desastres naturales. 

El informe añade que las elevadas brechas de aseguramiento por catástrofes naturales (gap CatNat) en muchas regiones se deben principalmente a una baja penetración de los seguros en muchas economías emergentes, así como a una mayor concentración de la población en ciudades y áreas de alto riesgo, y a una mayor frecuencia y severidad de eventos extremos por efecto del cambio climático.

Según la mayoría de los expertos, el calentamiento global desempeña un papel determinante en la intensificación y frecuencia de los eventos por catástrofes naturales relacionadas con el clima, y en particular, en los llamados ‘riesgos secundarios’, sucesos climáticos de menor intensidad y mayor frecuencia, como incendios forestales, sequías, olas de calor, tormentas, fuertes vientos, inundaciones y nevadas, entre otros, que, en el contexto actual de la actividad de seguros y reaseguros, causan impactos cada vez mayores en términos de vidas humanas y pérdidas económicas (representan más de la mitad de las pérdidas registradas), así como con daños extraordinarios en infraestructuras y ecosistemas.

Ricardo González, director de Análisis, Estudios Sectoriales y Regulación de MAPFRE Economics, señaló que “las pérdidas aseguradas derivadas de fenómenos catastróficos han mostrado una tendencia ascendente sostenida a largo plazo, situándose, según del Swiss RE Institute, en un rango de crecimiento anual del 5% al 7% desde 1992”.

Añadió que, “aunque este incremento suele atribuirse al impacto del cambio climático, también influyen otros factores como el crecimiento económico y demográfico, la expansión de zonas vulnerables con sistemas de alertas tempranas o planes de evacuación y prevención poco desarrollados, y el alza en los valores inmobiliarios”.

El director de Análisis, Estudios Sectoriales y Regulación de MAPFRE Economics, además comentó que “las pérdidas económicas por fenómenos meteorológicos y climáticos extremos están aumentando y se prevé que sigan haciéndolo debido a la mayor frecuencia y gravedad de las catástrofes causadas, entre otros factores, por el calentamiento global”. Según apunta la investigación de MAPFRE, en 2024, este tipo de catástrofes provocaron pérdidas económicas que superaros los 300 millardos de dólares por novena vez consecutiva, un 14% más, de los cuales cerca de 145 millardos de dólares estaban asegurados.

Reducir la brecha: un desafío de política pública

Cerrar la brecha de protección aseguradora para los riesgos catastróficos es un reto que requiere la acción coordinada de las entidades aseguradoras con todos los niveles de gobierno, ya que, sin las medidas y mecanismos de protección y compensación necesarios, los riesgos climáticos se convierten en no asegurables o inasequibles.

En este sentido, el informe destaca la importancia del desarrollo de marcos de colaboración entre las administraciones públicas y el sector asegurador para gestionar y compartir riesgos de desastres. También hace referencia a la importancia de promover incentivos para la prevención y reducción de riesgos por fenómenos climáticos adversos, como los sistemas de alertas tempranas, que proporcionan datos en tiempo real para estimar la intensidad y trayectoria de tormentas, inundaciones, olas de calor o incendios forestales; y a incrementar las medidas orientadas a ampliar la cobertura aseguradora, como por ejemplo, a través de soluciones paramétricas, que ofrecen una respuesta rápida y eficiente ante desastres climáticos al realizar pagos automáticos basados en parámetros medibles y predefinidos, como la velocidad del viento, la cantidad de lluvia o la intensidad de una sequía.

El papel de MAPFRE

“El cambio climático representa uno de los principales retos para la estabilidad social y económica y es un desafío de primera magnitud para la actividad aseguradora, que debe ser un actor clave a la hora de elevar los niveles de protección y bienestar de la sociedad”. Así lo destacó, Mónica Zuleta, directora corporativa de Sostenibilidad de MAPFRE, quien comentó que MAPFRE desempeña un papel fundamental a la hora de establecer objetivos y compromisos ambiciosos, como alcanzar convertirse en una compañía neutra en 2030 en todos los países y NetZero en 2050 en sus carteras de seguros e inversión; promover la transición energética justa, con el fin de acompañar a las empresas a que se transformen y sigan creando riqueza de una manera cada vez más respetuosa con el medio ambiente; y desarrollar soluciones innovadoras que apoyen la descarbonización y se adapten a las nuevas exigencias climáticas, con coberturas para apoyar las energías renovables, la movilidad eléctrica y la agricultura regenerativa, entre otras.

Publicidad
Publicidad

Recientes