El avance en el reforzamiento estructural del templo de San Blas de Nicoya alcanzó el 50% de las obras planteadas, correspondientes a la tercera y última etapa de restauración de este patrimonio histórico-arquitectónico, dañado severamente por el terremoto de Sámara de 2012.
La inversión de esta fase asciende a ₡300 millones, que fueron incluidos en el Presupuesto de este año del Ministerio de Cultura, dentro de una erogación total de ₡674 millones. Los trabajos son responsabilidad del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural.
Actualmente, las labores se concentran en parte del altar, presbiterio y sacristías y se aplica un novedoso sistema de origen japonés basado en fibras de carbono, que aportan capacidad de tensión y flexión a las paredes para evitar el derrumbe del edificio ante un eventual terremoto.
El Departamento de Ingeniería del Centro de Patrimonio Cultural detalló que el reforzamiento estructural incluye la instalación de fibras de carbono de 0,34 milímetros de espesor y 50 centímetros de ancho, ubicadas cada 70 centímetros, tanto en las paredes exteriores como interiores.
“A la fecha ya se encuentran colocadas en todas las paredes externas así como en el arco sobre el altar, lugar prioritario donde iniciaron las obras dentro del edificio”, detalló Diego Meléndez, director del Centro de Patrimonio Cultural, luego de realizar una visita al lugar.
Las obras. En las dos primeras etapas se reforzaron con fibra de carbono las paredes laterales norte y sur. A la espadaña o fachada principal se diseñó una estructura de acero y cemento en su cara posterior. La inversión de ambas etapas suman ₡324 millones.
Adicionalmente, se realizó una intervención paliativa después del sismo y en el diseño estructural en donde se invirtieron ₡46 millones.
En total, la restauración de este antiguo templo declarado de patrimonio histórico-arquitectónico costarricense, suma ₡670 millones, monto que, en su totalidad, proviene de recursos presupuestados del Centro de Patrimonio del Ministerio de Cultura y Juventud.
El cronograma. Próximamente arrancará la construcción de las bases de concreto estructural a las cuales se “anclan” las fibras de carbono al suelo. Para esta labor se removieron con cuidado una parte de los pisos, se hizo una prospección arqueológica y se excavó fosos de un metro cúbico, los que serán rellenados con concreto estructural (cemento y acero de refuerzo) para anclar allí el polímero de las paredes.
Luego se restablecerán los repellos. Primero se aplica un mortero de arena, cemento y aditivos especiales para evitar fisuras y lograr una mayor adherencia; finalmente se le da el acabado con cal. Así, las antiguas paredes de calicanto han integrado una novedosa tecnología que les permitirá lucir por muchos años más como si nada hubiera pasado y resistir otros embates de telúricos.
Los trabajos también incluyen restaurar pisos, impermeabilizar la cúpula sobre el altar, restituir las tejas en el techo, rehabilitar de elementos decorativos e instalar rampas de acceso.
Con estas tareas finales el templo de San Blas de Nicoya estará completamente restaurado para el 25 de julio próximo, fecha en que se conmemora la anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica.
Estas obras se enmarcan en el compromiso asumido por el presidente de la República, Carlos Alvarado Quesada, en julio de 2018 para recuperar esta reliquia arquitectónica. En esa oportunidad anunció la decisión y compromiso del Poder Ejecutivo de incluir en el Presupuesto del MCJ de 2019 los ¢300 millones que faltaban para la finalización de la restauración de este patrimonio costarricense.
La ministra de Cultura y Juventud, Sylvie Durán, destacó el esfuerzo sistemático por rehabilitar este antiguo y querido templo y entregarlo a la comunidad no solo de Nicoya sino de todo el país.
En coincidencia, el director del Centro de Patrimonio Cultural señaló que el templo es uno de los más antiguos en pie que, a pesar de los daños sufridos en múltiples ocasiones debido a la actividad sísmica, conserva gran autenticidad en sus elementos esenciales. “Aunado a esto, tiene un gran valor simbólico, por lo que su reapertura y conservación es de gran importancia, tanto para la provincia de Guanacaste, como para Costa Rica”.