Melissa Solís Cordero / Periodista Periódico Mensaje
La región guanacasteca se ha caracterizado siempre por tener una riqueza folclórica, con ricas expresiones de sabor criollo, sabrosas manifestaciones lingüísticas que retratan de cuerpo entero la idiosincrasia de un pueblo alegre, de un pueblo decidor y dicharachero, de un pueblo generoso, que es poseedor de un espíritu y de una chispa sin igual. Así lo afirma Carlos Arauz, escritor costumbrista guanacasteco, autor de más de 18 libros, que rescatan muchas de las tradiciones y costumbres de Guanacaste y Costa Rica.
Las retahílas, esa diversidad de expresiones, que forman parte del habla popular guanacasteca, habla vernacular cuyos orígenes parten de un sustrato indígena, que sutilmente se combinó con un rico aporte hispánico y se aliño con la fuerte influencia de los negros, de la convivencia con los primeros nicaragüenses, y de la penetración de los cartagos, en los primeros periodos de la época colonial.
“Sin duda alguna, estos aspectos son los elementos fundamentales que conforman el habla vernácula pampera, prolífica en la generación de expresiones criollas, tan llenas de colorido, tan sabrosas, tan especiales, esas mismas que conforman un tesoro lingüístico único, el que indudablemente no tiene igual ni tiene comparación”, expresa Arauz en su libro Dichos y Refranes Guanacastecos – Bombas, Cuartetas y Retahílas.
Estas expresiones del diario vivir, nacidas a la vez de la sencillez y de la cotidianidad de los campos, los montes, de las llanuras, y en general de lo más auténtico de los pueblos de Guanacaste. “Es además, el fruto de la riqueza literaria con que muchos autores seguimos enalteciendo nuestra tierra sabanera”, dijo Arauz.
Añadió: “Las retahílas son parte de un esfuerzo destinado a contribuir a la preservación del portentoso patrimonio cultural guanacasteco, ese patrimonio criollo que está siendo amenazado constantemente por la nefasta influencia de otras culturas y otros pensamientos, respetables todos, pero ajenos totalmente a la idiosincrasia y a la historia de los guanacastecos y de los costarricenses en general”.
Las bombas, cuartetas y retahílas, son figuras gramaticales, con su distintivo colorido y con carácter de improvisación. Estrofas y pequeños versos espontáneos, la mayoría sin medida, que sirven tanto para galantear como para desafiar, retar, ironizar y hasta para ridiculizar. Otras son manifestaciones de gallardía, machismo, feminismo, algunas religiosas, las hay amorosas y delicadas, pero nunca faltan las rajonadas.
“Cabe diferenciar que una bomba es una cuarteta, donde generalmente rima la segunda línea con la cuarta; mientras que la retahíla es un encadenamiento de expresiones que tienen fluidez y continuidad, la gran mayoría de sentido, irónico burlista o retador, enfatizó Arauz.
Situación actual
Es evidente que en la actualidad se ha denotado un importante aumento en la producción de retahílas en el habla costarricense. A diferencia de otros tiempos, hoy se expresan resaltando cualquier situación o tema nacional, recreadas a partir del sentido humorístico principalmente.
“Antes la mayoría de estas expresiones solo emanaban del lenguaje propio guanacasteco, donde en la mayoría de los casos se retaba, se hacía burla, se ridiculizaba, se rajaba y hasta se enamoraba. Ahora, fuera de la región guanacasteca, en la elaboración de retahílas casi no se usa la terminología propiamente sabanera, lo que las aleja un poco de su espíritu original, aunque siempre reuniendo las características de estas pintorescas manifestaciones lingüísticas”, aseguró Arauz a Periódico Mensaje.
Esta autor guanacasteco hace un llamado de atención a las escuelas y colegios, para que en las materias de español, se estimule más la producción de estas manifestaciones culturales, manteniendo su espontaneidad, utilizando el lenguaje y la identidad que las ha caracterizado en el tiempo.
Estas expresiones, algunas modificadas a través del tiempo y las circunstancias, fueron y siguen siendo de uso frecuente en los bailes, veladas, parrandas, chisperos, donde los participantes expresan su sentir interrumpiendo la música y la diversión, para lanzar sus expresiones festivas, alegres y jocosas.