Por Susan Rodríguez, Gerente General de Coope Oro R.L.
Abangares, la cuna histórica de la minería en Costa Rica, ha sido el escenario de innumerables sacrificios y luchas. Sin embargo, ninguna de estas historias es tan desgarradora como la de Juan Morales Morales, un minero artesanal de 73 años, pionero de la minería en la Sierra de Abangares.
Con la voz entrecortada por la desesperación, don Juan, quien dedicó su vida a la minería artesanal, alza su voz pidiendo ayuda: “Ustedes son nuestra última esperanza”, dice con la mirada cargada de angustia y una tristeza palpable.
Don Juan fue uno de los fundadores del Sindicato Nacional de Mineros, hoy Asociación Nacional de Mineros (ANAMI), el 5 de mayo de 1988, y de Coope Oro, contribuyendo con gran esfuerzo y capital a que estas organizaciones existieran.
Hoy, sin embargo, después de haber dedicado su vida a estas iniciativas, se encuentra en una situación de total vulnerabilidad. A pesar de los avances que su trabajo ayudó a consolidar, la corrupción y la injusticia lo han dejado sin recursos y sin lugar de trabajo.
“Nos tratan como delincuentes por querer trabajar en lugares donde por años hemos invertido en la creación de los túneles, nos han quitado nuestros trabajos. Nos persiguen, mientras los grandes siguen extrayendo oro con la protección de los que están en el poder”, denuncia con tristeza. La falta de oportunidades y el constante acoso de las autoridades han obligado a los mineros a vivir bajo un sistema que premia a los poderosos y castiga a los más humildes.
Pero don Juan no está solo en su lucha reconoce el esfuerzo que ha hecho la actual Gerencia Coope Oro, que ha trabajado incansablemente para mantener a flote la
A pesar de su debilitada salud, con un cáncer de próstata que lo acecha, don Juan no busca compasión. En lugar de eso, clama por justicia: "Le pongo pecho a las balas, igual ya voy a morir, pero yo necesito que usted me ayude a sacar esto a la luz", dice con una valentía sobrecogedora.
No Obstante, los intentos de recuperación de sus trabajos, las amenazas y las extorsiones, don Juan nunca se ha rendido: “No lo lograron antes y no lo lograrán ahora que me queda poco tiempo”, afirma con determinación.
Los túneles que trabajó durante años, injustamente despojados de él, siguen intactos y ahora cuenta con la documentación necesaria para luchar por mis derechos y sus compañeros mineros de la Sierra todos conocen su gran esfuerzo y trabajo. Es por eso por que ha decidido tomar acción y sacar a la luz la verdad y pretende recuperar sus derechos y hacer que estas organizaciones respeten sus trabajos y que los responsables paguen por sus perdidas.
El drama de don Juan es el de varias familias en Abangares que dependen de la minería para sobrevivir. La falta de oportunidades y la constante persecución de las autoridades los ha llevado a una situación límite: "Ya no sé qué hacer. No quiero que mis hijos pasen hambre y quiero llevar pan a mi casa", confesó entre lágrimas.
Su testimonio es un grito desesperado en un mundo donde la justicia parece ser un privilegio y no un derecho. Morales pertenece a una de las primeras generaciones que ha vivido la minería en Abangares durante más de siete décadas y su legado no debe morir con él. La memoria de lo que fue y lo que aún podría ser, si la equidad y la justicia se impusieran, debe mantenerse viva.
Desde mi llegada a Coope Oro he abogado por una minería sostenible y justa, escuchando los relatos de los pequeños mineros en busca de soluciones para una comunidad que lleva demasiado tiempo siendo ignorada.
Mientras la corrupción siga protegiendo a los grandes y castigando a los pequeños, la historia de Juan Morales será solo una entre muchas. No dejemos que este testimonio se apague. Que su voz no se apague. La pregunta que queda en el aire es: ¿Cuántos más deberán alzar la voz antes de que se haga justicia y cuantos relatos más se deben de sacar a la luz para que esta gente sea consiente y haga lo que deben de hacer?