Uno de los primeros efectos que tuvo la crisis del COVID-19 fue el de evidenciar el rezago tecnológico de muchas organizaciones. Muchas compañías tuvieron serias dificultades para cerrar libros, evaluar escenarios financieros y proyectar flujos de caja. También tuvieron que esforzarse para mantener segura y productiva a la fuerza laboral, responder a las necesidades de los clientes y distintas actividades de continuidad del negocio que se vieron afectadas por la pandemia.
Los dispositivos todo terreno son esenciales para muchas industrias y son unos de los segmentos más interesantes e innovadores en el mercado de los teléfonos.
En el mundo de negocios actual, las empresas necesitan operar con gran agilidad, innovar y ser resilientes, así como contar con un entorno de TI capaz de adecuarse a las demandas del mercado y del propio crecimiento del negocio.
Con la situación actual de la pandemia el número de dispositivos extra por persona conectados a la red en casa ha aumentado considerablemente, y aunado a ello, de tres a cuatro aplicaciones de alta demanda de ancho de banda alto.
La pandemia de Covid-19 y cuarentenas aceleraron los procesos de transformación digital y conectividad. En un entorno totalmente conectado, el riesgo de sufrir un problema de seguridad se incrementa día a día y nadie está fuera del alcance de los ciberdelincuentes, ni siquiera las pequeñas empresas.
El proceso acelerado de transformación digital que están experimentando las empresas debido a la pandemia ha abierto muchas puertas al hackeo de información. El caso más sonado en días pasados fue el de Twitter, que sufrió ataque en contra de sus empleados.