Cuando un visitante se deja seducir por un granizado en el parque de Liberia, y visualiza la historia de este pueblo desde el cementerio sobre la Calle Real, hasta llegar al puente todo tiene sabor a luna liberiana.
Si nuestro huésped es acucioso y logra llegar al otro lado del río, (el puente está cerrado) y si su mirada observa y su alma percibe lo que sienten las personas que viven del otro lado del cauce, pronto se dará cuenta que hay otra historia que se debe contar.
El Puente Real ubicado sobre el Río Liberia, en el barrio Condega, no es de diseño original, tampoco los materiales son autóctonos, esta clausurado, ya cumplió su vida útil, es un estorbo y deber ser sustituido para dar paso a una nueva estructura de acuerdo a las necesidades de la población.
Hoy, no hay acceso hacia el conocido “Callejón del Mocho” y los barrios del sur, donde personas honestas, trabajadoras y deseosas de mejorar su nivel de vida, deben pasar momentos difíciles al buscar alternativas, para accesar a los servicios que se ofrecen en el centro de la ciudad, como la educación para sus hijos, los puestos de trabajo, o solicitar los servicios de salud, ya los taxistas no transitan el barrio y tampoco la policía realiza los patrullajes correspondientes por la falta de acceso .
A pesar de que ese puente no es la única entrada a esos sectores, “las rutas alternas” están colapsadas, las calles destrozadas, y por su condición, no son aptas para los peatones, vehículos, buses o camiones.
Familias enteras han visto incrementados sus costos por vivir “ al otro lado del río”, sus casas han perdido valor, sus hipotecas son mayores que el precio real de las propiedades, y los desarrollos proyectados se paralizaron.
El bienestar de los pueblos depende de su visión y su perseverancia, pero la infraestructura es la base del desarrollo.
Debemos preguntarnos qué pensarían los pioneros, si lograran ver a Liberia con un adefesio como “Puente Real”, como un monumento a subdesarrollo y a la calamidad, exponiendo a cientos de familias a la baja productividad y la desesperación.
Estamos como en el siglo antepasado, sin modo de llegar al centro de Liberia por el “Callejón del Mocho”.
El no permitir el paso, es establecer lo que se llama en economía “una barrera”, en este caso es una barrera de entrada, física, política, cultural, legal y completamente “Real”.
También los que viven al norte del río, al estar el puente cerrado se benefician, ya que no tienen contaminación sónica, basura, o bien motocicletas “picando” en la madrugada, los vecinos del norte del puente están felices porque el “monumento” al subdesarrollo sigue vigente y los “otros” los que viven al sur del río; pagan los beneficios de los de la Calle Real.
Desde el punto de vista legal, podríamos argumentar que después de más de 100 años de puente, y más de 5 generaciones de Camarenos, Chavarrías, Alvarados, Castros y muchos otros ya deberían tener legalizado ese derecho de paso.
Por las razones expuestas y porque no es correcto negarle el desarrollo a toda una comunidad que ha pagado con esfuerzo y lágrimas su derecho a tener una vida mejor, es necesario la reconstrucción de la vía del “Puente Real”.
Jorge Baltodano Rivas
Cédula: 5-131-938
Marzo 2012
CC.
Municipalidad de Liberia
-Concejo
-Alcalde
Manuel Obregón Ministro de Cultura
Magistrado Luis Guillermo Rivas