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José Alfredo Jiménez Sánchez nació en Guanacaste (1966). Posee dos grados: Contaduría Pública y postgrado en Administración General. “Hacienda Montesol: el inicio de todo” es su primer libro publicado. Novela ambientada entre los años treinta al cincuenta del siglo XX.

Su narrativa nos transporta y lleva a vivir, de primera mano, las duras, pero fascinantes tareas que eran parte de la cotidianeidad en las grandes haciendas de Costa Rica, luego de una fuerte jornada de trabajo: “Cada anochecer, el largo corredor de la gran hacienda se convertía en un anfiteatro imaginario para que los trabajadores contaran, con lujo de detalles, las experiencias vividas durante la jornada laboral”. 

La forma en que están expresadas las vivencias de los sabaneros, mandadores y cocineras de estas haciendas, hacen que la persona lectora vaya reviviendo cada uno de los pasajes que se van narrando. “Las tareas en las madrugadas estaban perfectamente distribuidas. Chilo se levantaba de primero y ponía a hervir el agua para el café, mientras hervía el agua, comenzaba a moler el maíz para las tortillas”.

El otro tema de la novela, cuando dos de esos valientes sabaneros, Facundo y Antonio, deciden ir a coger tierras en una gran hacienda de 15 mil hectáreas, ubicada en un lugar lejano, y que, supuestamente, había sido abandonada por los dueños originales, y se creía que le pertenecía al gobierno. El paso dado por los dos es importante, porque toman sus riesgos y desean ser y sentirse propietarios por primera vez en su vida.

Esta vez, el lector se adentrará en un mundo realmente inhóspito, y muy peligroso, donde los primeros ocupantes tuvieron que vivir situaciones muy duras, hasta lograr convertir los terrenos, que habían picado, en fincas productivas y debidamente consolidadas. 

La parte más humana de esta historia, se presenta cuando los personeros del gobierno y del resguardo nacional, convocan a los ocupantes para indicarles que se va iniciar un proceso de medición y, posteriormente, titulación, de las fincas, a nombre de los ocupantes actuales.  “Porque hay algo que todos debemos tener claro, y eso pienso decírselos el domingo, esta tierra es más de nosotros que de cualquier otra persona”.

Cuando se concluye el proceso, y se convoca nuevamente a los ocupantes, para entregarles sus escrituras y planos, debidamente visados, la algarabía de los nuevos propietarios es realmente contagiosa. La novela concluye con un final adecuado, en concordancia con el esfuerzo humano realizado por los ocupantes de dichas propiedades, durante más de ocho años de trabajo arduo.

En síntesis, la incursión literaria de José Alfredo Jiménez Sánchez, en plena madurez vital, es otra voz narrativa desde Guanacaste. La novela muestra el fenómeno social de las ocupaciones de tierras en diversos estadios históricos de nuestro país, sin entrar en explicarlos literalmente, porque la novela tiene la función de mostrar uno de esos casos.

 

Lic. MIGUEL FAJARDO KOREA, Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural minalusa-dra56@hotmail.com

 

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