Desde hace 20 años, Matilde Peña Cortés forma parte del equipo de cocineras que deleitan con su sazón a estudiantes y docentes de la escuela Ascensión Esquivel, ubicada en Liberia.
Admite que la introducción del nuevo menú en los comedores estudiantiles le generó inseguridad porque sus preparaciones eran tradicionales y con medidas “a ojo”. La cocina es lo suyo desde pequeña y con ello se ha ganado la vida.
“Hay cosas que no me gusta hacer como los aderezos o vinagretas porque es algo nuevo, antes las ensaladas llevaban solo vinagre y sal; ahora con las nuevas compañeras he aprendido que se pueden mezclar frutas con vinagre y resultan sabores ricos que les encanta a los chiquillos y los motiva a comerse los vegetales”, indicó Matilde.
Esta cocinera de 54 años confiesa que lo suyo es la elaboración de los almuerzos. Ella dice que ha notado que el platillo que más les agrada a los 590 estudiantes es la sopa de carne (conocida en el menú como olla de carne) y la que menos gracia les hace son los macarrones.
Matilde considera que el cambio en la alimentación es positivo porque muchos estudiantes solo reciben alimentos en el centro educativo y, en su caso, ha sido todo un proceso de aprendizaje y satisfacción como cocinera.
Dunia Morales, es docente que forma parte del comité de nutrición de la institución y dice que la institución se aventuró a aplicar el menú a pesar de que hacían falta detalles para arrancar.
“Teníamos lo más importante que era la coordinación con los Programas de Equidad, los menú, la dotación de más servidoras del comedor estudiantil y el entusiasmo del cambio y con el transcurrir de la aplicación la población está satisfecha”, indicó Morales.
Para las efemérides de la Anexión del Partido de Nicoya el centro educativo autorizó modificar el menú y servir platillos autóctonos aprobados en el nuevo menú como: arroz de maíz, arroz guacho y horchata.
Danielka Suárez es estudiante que utiliza el servicio de alimentación en la institución y confirma que los alimentos nuevos son deliciosos.