Llegar a la casa de habitación de nuestro entrevistado fue fácil, nos movilizamos hacia el norte, detrás de la Catedral donde se encuentra la Casa Episcopal (residencia del Obispo de la Diócesis Tilarán–Liberia), recorrimos un corto camino de piedras sueltas, lo que es muy característico de algunas calles de Guanacaste; subimos una cuesta y doblamos a la derecha, para llegar a la casa de habitación de nuestro querido escritor guanacasteco, Santiago Porras Jiménez, quien será galardonado el próximo 25 de julio con el premio La Gran Nicoya; cuando nos faltaban 75 metros para llegar, a los lejos, vimos que estaba don Santiago, dando señales de orientación y esperando la visita de sus invitados.
Con trato cálido y afable, nos recibió en su hogar, el cual resguarda un ambiente de paz y naturaleza, árboles de malinche, de mango, que entre otros dan cobijo a muchas aves y otras especies de animales. Como buen ingeniero agrónomo le da un gran valor a toda la familia de la flora. El corredor de su casa invita a la brisa para acompañar a quien lo visite.
Santiago Porras Jiménez es originario de Concepción de Abangares y actualmente, se halla radicado en Tilarán, sus padres fueron Federico Porras López y Adelaida Jiménez García. Su pasión por la literatura inicia desde muy pequeño, su primer referente fue su padre, quien leía mucho, pero tenía la particularidad de leer en voz alta, lo que le despertó a Santiago la disposición de escucharlo con mucha atención; en las noches, su padre también tenía la costumbre de leerle cuentos, uno que le parecía maravilloso y que lo recuerda, es el famoso libro: “Las mil y una noches”.
Desde que tenía cinco años, él esperaba que sus hermanos llegaran de la escuela con sus libros y siempre le daba curiosidad por saber de qué trataban cada uno de ellos; por ello, su madre tomó la decisión de enviarlo a la escuela con tan sólo 5 años y medio de edad; lo que le dio la oportunidad de aprender a leer a una edad más temprana de lo usual, sin embargo, para escribir, no fue tan rápido, ya que su letra no era tan agraciada, confesó, entre risas, don Santiago.
A sus 13 años, ya don Santiago contaba con una lista de libros leídos, “La literatura no es un pasatiempo, sino una pasión a la que se le debe dedicar mucho tiempo” destaca en medio de la entrevista.
En la época colegial de Santiago, Miguel Ángel Arce fue su profesor de español, quien también fue un referente en sus inicios en la escritura.
La poesía fue otra motivación del escritor, durante su estadía en Monterrey, se matriculó en un taller para capacitarse en esta área, no obstante, le sugirieron que los suyo era escribir literatura, durante su visita en esta ciudad, también se le presentó la oportunidad de conocer a escritores reconocidos de la literatura universal como Juan Rulfo y Mario Benedetti, una experiencia muy enriquecedora para Porras.
Sin embargo, fue “la curiosidad” el motivo principal que lo indujo a escribir, sin dejar de lado, el gran respeto que le tiene a la literatura. Su vida como escritor inició a sus 42 años, se considera un revolucionario de la literatura, porque nunca se esquematizó en una temática a la hora de escribir. No le gusta que lo cataloguen como escritor costumbrista, ya que él no escribe la reproducción del habla de las personas, ni mucho menos utiliza estereotipos; que se mofan de tratos machistas o que choten al campesino, como lo hizo Magón y Aquileo Echeverría en algunos de sus libros.
El cuento es uno de sus géneros preferidos, actualmente, ha escrito cuatro: “Cuentos de Ayer, de Hoy y de Nunca”, “Cuentos Guanacasticos”, “El Regreso es Parte del Viaje” y “La Sombra Decapitada”.
Sus novelas son: “Avancari” y “Abrazos de matapalo”. También ha escrito varios ensayos.
Aún le quedan algunos libros de más para publicar, que se encuentra en estado de recopilación.
Porras se siente muy satisfecho al saber que dos de sus obras, “Avancari” y “Cuentos Guanacasticos” forman parte de la lista de lectura obligatoria del Ministerio de Educación Pública (MEP).
Otra obra destacada por el escritor fue la composición de la letra de la canción Minor Keith “el testaferro” de la cantante y artista Guadalupe Urbina. Una letra que denuncia las desgracias que trajo Mainor Keith a las Juntas de Abangares, entre ellas enfermedades y muerte.
Porras dijo sentirse satisfecho por su aporte en el ámbito profesional y como escritor para Costa Rica, quien ha promovido cambios importantes, que han ayudado a mejorar en el entorno donde se encuentra. El escritor NO narra solo lo pintoresco, sino muestra la realidad y la denuncia, la historia debe conocerse completa.
“Avancari” (nombre indígena de Abangares) narra la historia mítica de la mina de Abangares, vivida a principios del siglo XX; donde desnuda la explotación de los trabajadores. La novela tiene muchas voces: el minero humilde, el minero más jugado, los capataces, las mujeres y el oro, también hay crónica periodística en la matanza de los negros.
Su obra más reciente es “Abrazos de matapalo”, la cual es narrada por voces femeninas, donde desnuda la otra parte de Guanacaste y se denuncia algunas prácticas, que denigran al ser humano, como el montador de toros; una explotación cultural donde se hace dinero, con la desgracia de otro.
Porras es partidario de la equidad de género en todo el sentido de la palabra, con un tono firme, dijo avergonzarse del machismo que se vive en su Guanacaste y de prácticas que no honran a su gente.
“Yo quiero a Guanacaste”, destacó Porras, pero falta organización y autonomía, para defender la tierra, historia y cultura, ni siquiera los nombres de sitios de Guanacaste llevan el título que le corresponde, y en ese sentido, se pierde la identidad e historia de la provincia.
Sus escritores predilectos son: Juan Rulfo, Kafka, Jorge Borges y de Queirós.
Al despedirnos tomó su guitarra y nos deleitó con una canción de su propia autoría “minero viejo”… Porras es un caballero, un buen ser humano, con gran sensibilidad social, que valida a la mujer, al trabajo honrado del campesino y al conocimiento que trae cada libro leído. Su humildad, tenacidad y curiosidad forman parte de algunas de sus muchas cualidades.
Colabora en la nota Fabricio Obando Chang, periodista de Periódico Mensaje