- Cerca de 400 familias se dedican hoy a cultivar y cosechar distintas variedades de cítricos.
Por Cesar Rodríguez Barrantes
Las montañas que una vez estuvieron llenas de café ahora tienen nuevos vecinos. Naranjas, mandarinas y li- mones adornan el paisaje en las montañas de la península con sus colores y el aroma de sus flores, pero también con el bienestar que genera la comercialización de sus frutos. En los últimos diez años las zonas altas de los cantones de Nicoya, Hojancha y Nandayure se han convertido en un importante foco productor de cítricos de alta calidad gracias a la visión y la colaboración de muchas familias de agricultores de la zona y al apoyo estratégico de dos organizaciones emblemáticas de la región.
Coopepilangosta y Coopecerroazul han tenido un papel protagónico en el desarrollo de estos cultivos. Muchos de los asociados de estas organizaciones han encontrado apoyo técnico y financiero en las cooperativas peninsulares para poder emprender en el mundo de los cítricos. Nuestro compromiso es ofrecer un precio justo a sus asociados. En la actualidad tenemos la urgente necesidad de contar con mejores condiciones en el mercado para nuestros asociados, por lo que estamos organizando una plataforma de industrialización y comercialización de cítricos gestionada por Coopepilangosta R.L., para atender las necesidades de los pequeños productores de la región de conectar con su mercado.
Javier Zeledón Jiménez es un agricultor de Monte Romo de Hojancha que junto a sus hermanos cultivó café durante muchos años. Aprendieron con su abuelo don Pío Jiménez el amor por la tierra y la agricultura. Un buen día en Coopepilangosta les dieron 500 árboles de naranja para hacer un pilotaje de cítricos en su finca. Los Zeledón sembraron aquellos árboles y tiempos después cosecharon las naranjas que llevaron a Cenada, donde comerciaban verduras. Muchos clientes les decían que las naranjas que traían de Hojancha eran de gran calidad y que ojalá pudieran traer más. Así fue como los Zeledón Jiménez se animaron a sembrar dos hectáreas en su finca ubicada a 600 metros sobre el nivel del mar y hoy son unos productores reconocidos por la calidad y productividad de sus árboles y frutos. Estos hermanos hojancheños vieron en la caída de los precios del café una oportunidad para probar nuevos cultivos y hoy cuentan orgullosos su historia de éxito.
En San Isidro de Hojancha, la planta de Óscar Ramírez recibe a los visitantes que van a conocer el famoso Salto del Calvo la catarata más alta de Centroamérica y los productores vecinos que llevan sus frutos allí. Esta ha venido a dinamizar mucho la economía y la producción local pues ofrece una buena opción para comercializar las frutas que se cosechan en la zona. Un buen número de familias decidieron dejar poco a poco los cultivos más tradicionales o la ganadería para incursionar en el cultivo de cítricos y lo han hecho con gran éxito y disciplina. Muchos de ellos han plantado dos, tres o cinco hectáreas para diversificar sus ingresos y aprender sobre el desarrollo de estos frutos que tantos beneficios han traído a las familias pioneras.
Ya se cuentan cerca de 1000 hectáreas de terreno plantadas con cítricos en el eje montañoso de la península. Nandayure y Hojancha concentran el 75% de esta cobertura y el resto se ubica en poblados como Zaragoza, Naranjal, Juan Díaz entre otros del cantón de Nicoya. Cerca de 400 familias se dedican hoy a cultivar y cosechar distintas variedades de cítricos, empleando de manera directa a cerca de tres personas por familia, además de los muchos puestos de trabajo que se generan durante las cosechas de temporada, o en el transporte y procesamiento de las frutas. Los números son alentadores. Entre nueve y trece millones de frutas se producen en la región, significando un ingreso que supera los 2500 millones de colones cada año, dinamizando así la economía local de una zona que lo necesita y lo celebra.
Son muy pocas las fincas ubicadas en esta región que superan las 10 hectáreas, algo que democratiza los beneficios de es- tos frutos que ahora gozan de muy buen nombre en el mercado nacional e internacional de frutas. Estos cultivos brindan un margen de ganancia muy interesante con un precio estable y alto, principalmente la naranja, algo que alienta a otros a incursionar en el mundo de los cítricos gracias al consejo de sus vecinos y las lecciones aprendidas. Paulatinamente la poda se ha establecido como algo rutinario que beneficia las plantaciones peninsulares. Los productores han colaborado con la eliminación de los árboles marcados como bio peligrosos que se identifican mediante el apoyo decidido de los funcionarios del Servicio Fitosanitario del Estado que observa con atención y esperanza el crecimiento de las plantaciones.
Los productores de Nandayure, Nicoya y Hojancha han optado por el patrón de siembra conocido como volcaneriano que funciona de maravilla para la zona, pues profundiza muy bien la raíz, permitiendo que en la época seca se mantengan saludables y se rehidraten cuando comiencen las lluvias. Entre las naranjas, la que reina es la variedad conocida como Valencia y entre limones el limón persa o mesino.