UNA Comunica Así permanece la desigualdad por ingresos en Costa Rica, si se comparan los indicadores del 2000 con los del 2020, de acuerdo con una presentación de datos del economista José Francisco Pacheco, del Observatorio Económico y Social de la Escuela de Economía de la Universidad Nacional (UNA).
Con base en una elaboración propia, a partir de datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Pacheco determinó que en el 2000 el coeficiente de Gini (medición que establece el grado de desigualdad según los niveles de ingreso de la población) se ubicaba en 0,479. Veinte años después, el indicador para Costa Rica subió levemente a 0.490.
Si el indicador se acerca a cero quiere decir que un país es absolutamente igualitario; por el contrario, si se acerca a 1, la desigualdad es total. Por ende, el país se ubica en un punto medio de desigualdad, sin que la situación tienda a mejorar.
Lo preocupante del dato es que, de acuerdo con la información que se dio a conocer en la conferencia Análisis Económico y Social de la Inseguridad en Costa Rica, en esta materia, el país se encuentra rezagado con respecto a América Latina.
Mientras que en el 2000 el promedio de la región era de 0,531, para el 2022 el indicador bajó hasta un 0,464, lo que representa un avance significativo en los niveles de desigualdad, inferiores a los de Costa Rica.
Para el economista Pacheco, si bien los indicadores de pobreza vinculados con los niveles de ingreso son una causa de la creciente inseguridad que atraviesa el país, es fundamental observar los índices de desigualdad como posición relativa, para explicar con mayor profundidad las razones de la violencia y la criminalidad que aquejan a la sociedad.
“Hay una distinción importante entre pobreza relacionada con la menor cantidad de ingresos para obtener bienes y servicios, y la desigualdad, sea esta económica o no, que se refiere a cómo me visualizo yo con respecto a otras personas. Entonces, si no tengo una casa decente, ni acceso a servicios de salud y de educación, ni un trabajo digno, si tampoco tengo la opción de viajar o de comprarme un carro, todos esos factores influyen para que las personas se vean presionadas a tener un estatus social que de otra manera no pueden alcanzar y es ahí donde podrían tomar la decisión de vincularse con grupos de delincuencia organizada, para alcanzar sus objetivos”, manifestó Pacheco.
En la misma exposición, el economista de la UNA reflejó datos que revelan que la tasa de homicidios en el país se explica, además, por la carencia, por ejemplo, de falta de inversión en servicios sociales, hogares sin acceso a agua potable, electricidad, computadoras, Internet y manejo de aguas residuales.
Otros datos dados a conocer en la conferencia reflejan el perfil del homicidio doloso en nuestro país.
- Nueve de cada 10 homicidios recaen sobre hombres.
- El 54% de los hombres asesinados tiene menos de 35 años.
- El 73% de los crímenes que se cometen en el país utilizan un arma de fuego.
- El 56% de los asesinatos están vinculados con ajustes de cuentas relacionados con delincuencia organizada.
Optar por la prevención
Para Lina Barrantes, exdirectora de la Fundación Arias para la Paz, el país sufre una desagregación de la violencia en todos los niveles, que van desde la comisión de crímenes, la penetración del narcotráfico, a lo que denominó “pequeños ejércitos” dentro del territorio nacional, así como también el uso de retóricas que incitan a la confrontación pública, la violencia política y de género.
Fortalecer las estrategias de prevención debe ser el camino por el cual debe transitar el país y con ello coincidió la exministra de Justicia y Paz, Fiorella Salazar, para quien es fundamental “arrebatarle gente al crimen”. La exjerarca resaltó que al país le sale mucho más cara la contención de la violencia que tratar de prevenirla.
Eduardo Trejos, exdirector de la Dirección de Inteligencia y Seguridad Nacional (DIS), destacó la importancia de apuntalar la estrategia en esa dirección, en momentos en que el tráfico de clorhidrato de cocaína tiene a 275 millones de consumidores en el mundo, con un cultivo que creció un 35% entre el 2020 y el 2021.