Debido al fuerte tráfico de personas entre Europa y los Estados Unidos, Juan José Romero Zúñiga, epidemiólogo de la Universidad Nacional (UNA), no descarta la posibilidad de que la variante delta del SARS-CoV-2, originaria de la India, ya circule en Costa Rica; sobre todo porque en este momento la variante predomina en Europa y toma fuerza en los Estados Unidos, por lo cual, no se descarta su presencia, pero, por ahora, en muy baja prevalencia.
Romero explicó que los estudios de vigilancia genómica realizados por el Instituto Costarricense de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud (Inciensa), junto con la Universidad de Costa Rica (UCR) y la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), no reportan aún la presencia de delta, debido, probablemente, a que el número de muestras que se procesan son pocas.
El experto advirtió que, si en el país las medidas sanitarias y restricciones disminuyen, o se tienden a relajar por las vacaciones de medio año, es muy probable que, en algún momento, el contagio por delta incremente y genere algún tipo de rebrote, por lo que considera fundamental aprovechar este periodo en que la variante no ha tomado auge para superar los índices de vacunación, ya que la inoculación previene la enfermedad grave y, en una proporción importante, el contagio.
Romero resaltó que delta se cataloga como la variante más transmisible de todas las reportadas hasta ahora, de hecho, casi el doble que la variante original. “Al ser más transmisible en todos los estratos etarios habría más probabilidad de que los niños enfermen y algunos requerirán hospitalización; sin embargo, a la fecha no hay evidencia contundente que diga que delta afecte con mayor fuerza y magnitud a niños y jóvenes, aunque es una idea que ya circula dentro de la población médica mundial”, comentó Romero.
La variante delta, reportada por primera vez en octubre de 2020 en la India, obedece a una múltiple mutación que posee dos características que la hacen clasificar como variante de preocupación. Al igual que las otras, es producto de procesos naturales de selección de los virus tratando de asegurar su supervivencia en un medio que cada vez intenta frenar su avance, ya sea por vacunación o protocolos sanitarios.
¿Y la vacuna?
Romero aseveró que, si bien las vacunas de Pfizer y AstraZeneca, aplicadas oficialmente en Costa Rica, han demostrado su efectividad para evitar la enfermedad grave, no así la moderada, para la que han demostrado una eficacia un tanto reducida respecto a la que se tiene sobre la variante original, no se descarta que debido a la variante delta algunas personas sean hospitalizadas y otras fallezcan, a pesar de estar vacunadas. Por ello, es que no se puede bajar la guardia con la implementación rigurosa de los protocolos sanitarios de prevención, aún en las personas vacunadas.
Expresó que desde el punto de vista médico se analiza la necesidad de hacer una reingeniería de las vacunas, dadas las mutaciones encontradas en las nuevas variantes del virus, como la capacidad de evadir al sistema inmunológico adaptativo, especialmente los anticuerpos producidos por una infección previa o por la vacunación. De hecho, los laboratorios trabajan en el rediseño de esas eventuales vacunas.
Romero concluyó que posiblemente surjan otras variantes y para procurar que delta sea la última de preocupación, se debería inocular a la mayor cantidad de personas en el menor tiempo posible: “Si esto se logra, la probabilidad de nuevas variantes se reduce sustancialmente, máxime porque la pandemia aún se encuentra lejos de acabar, en vista de que aún resta poco más de un 75% de personas en el planeta por recibir al menos una dosis de vacuna.