El 7 de enero de 2020 Costa Rica se conmocionó por una de las muertes menos probables que ocurra y que afecta solo a un individuo por cada 2.5 millones de personas, según la American Water Works Association.
Se trató de un joven de 15 años, quien falleció a raíz de una meningitis provocada por la mortal ameba Naegleria fowleri, mal llamada a nivel popular como la “come cerebros”.
El hecho anterior hizo que las alertas del país se encendieran nuevamente y que la Universidad de Costa Rica (UCR), por orden del Ministerio de Salud, pusiera una vez más todo su saber científico al servicio de la población costarricense.
En esta ocasión, son dos investigadoras de la Facultad de Microbiología de la UCR, quienes en estos momentos trabajan para descubrir la presencia de este peligroso microorganismo en diferentes centros turísticos de Guanacaste.
Ellas son la Dra. Elizabeth Abrahams Sandí y la Dra. Lissette Retana Moreira, ambas del Departamento de Parasitología. Su labor la hacen en conjunto con el asistente de laboratorio, el Sr. Dennis Camareno.
¿El objetivo final? Saber con una mayor certeza científica si esta ameba habita en los lugares de estudio y así fortalecer las medidas preventivas efectuadas en los últimos días.
“La UCR realizó el muestreo en nueve piscinas y nacientes de aguas termales de Guanacaste el 08 de enero de 2020, específicamente en Bagaces, en la zona de Guayabo. De cada piscina se sacaron cinco litros para un total de 45 recolectados. Esta labor se hizo en compañía de tres funcionarios del Ministerio”, afirmó la Dra. Elizabeth Abrahams.
Adicional a lo anterior, el proceso de muestreo también fue fortalecido mediante un “torundeo”, que es recolectar indicios con una pelota de algodón envuelta en gasa. Esto permite ir más allá de las piscinas y aumentar la certeza de los resultados.
“La torunda se pasó sobre diversas superficies y se colocó en un tubo de vidrio para posteriormente hacer el aislamiento en el laboratorio. El propósito con esto fue recuperar los organismos que están a los alrededores, más allá del agua de las piscinas, donde había sospechas que podría estar N. fowleri. Con este otro método, en total fueron 21 muestras obtenidas de diferentes puntos, incluso de tierra”, indicó la Dra. Lissette Retana Moreira, también parasitóloga de la UCR.
Las muestras ya están siendo procesadas en el laboratorio y estarán sujetas a estrictas pruebas. Una es la de filtración, cuyo material restante luego se sembrará en una placa suplementada con la bacteria Escherichia coli, comida para la ameba. Si la Naegleria está presente, ella buscará alimentarse de la E. coli y las científicas podrán ver su desplazamiento.
Los resultados finales se obtendrán después de un mínimo de 15 días (a finales de enero de 2020). De acuerdo con la Dra. Abrahams, esperar ese tiempo es crucial para evitar falsos positivos.
“Con la aplicación de los ensayos, primero buscaremos la ameba y, si los resultados salen positivos, se procederá a confirmar a nivel molecular que sea de la especie fowleri. Nuestros reportes van a indicar si se observan o no amebas en el agua recolectada en ese momento. En caso de que no se observen en la muestra, no se descarta la presencia de la N. fowleri en las piscinas”, dijo Abrahams.