El camino de las Zonas Francas en Costa Rica inició en los años 80s, década en la cual el país empieza a apostarle a una política de atracción de inversión como propuesta de desarrollo económico. Sin embargo, fue en 1990 cuando se aprueba Ley de Régimen de Zonas Francas N° 7210, que detona un camino de expansión y crecimiento que nos ha traído a lo que conocemos hoy.
Los años 90s iniciaron con 70 empresas operando dentro del régimen, las cuales generaban 7.000 empleos y exportaban un monto cercano a los USD $94 millones. A la fecha, las empresas que operan bajo este modelo superan las 460, con un empleo superior a las 164 mil personas y con un nivel de exportaciones que alcanzan los USD $14.000 millones.
El éxito del modelo se debe a la competitividad del país resultante de la Ley N° 7210, sumado a una posición geográfica privilegiada, la calidad y competitividad del capital humano, la histórica estabilidad política, la seguridad y otra serie de características fundamentales; convirtiendo a Costa Rica en un lugar atractivo para que la Inversión Extranjera Directa (IED) se consolide.
De la misma forma que los sectores económicos ya consolidados en esa época contaban con su representación gremial; las empresas que operan dentro del nuevo modelo también necesitaban su representatividad, y así nace: la Asociación de Empresas de Zonas Francas de Costa Rica - AZOFRAS.
AZOFRAS, es la Cámara Empresarial encargada de defender y promover el régimen y las empresas que operan en él; creada en 1990, al igual que la legislación que representa. Son más de 3 décadas de trabajar en soluciones en materia operativa, seguridad jurídica y fiscal para el sector.
En los últimos años el crecimiento de las Zonas Francas, sus exportaciones, la generación de empleo y sus encadenamientos, han permitido que el país se mantenga en una senda optimista; inclusive en tiempos de crisis como en el 2009 y en el 2020.
Los beneficios para el país van más allá de las cifras ya comentadas. Existen una serie de externalidades adicionales; algunas cuantificables, como los empleos indirectos que superan los 57 mil y las compras a empresas locales que son cercanas a los USD $5.400 millones. Por otro lado, existen aportes socioeconómicos que son más difíciles de estimar como la inversión en programas sociales, desarrollo de infraestructura, proyectos comunales y mejoras en la calidad de vida de las y los costarricenses.
No obstante, las Zonas Francas del país enfrentan constantes amenazas y la competencia entre los países por la IED es cada vez más férrea. Por estas razones, es fundamental que el régimen evolucione y se adapte al ritmo que lo hacen las tendencias económicas mundiales. Esto requiere una país informado, articulado y comprometido con el desarrollo.
El futuro de las Zonas Francas determina en gran parte el futuro del país. Por esto, es indispensable que existan espacios de actualización como el VI Congreso de Zonas Francas, donde se darán a conocer las últimas novedades y tendencias globales, y cómo estas se pueden adaptar o implementar en el país. www.congresozonasfrancas.com