“¡Bomba! Chim pom y se vino un mecatazo, un 7.6 en Nicoya que fue un riendazo que nos dejó azurumbados y con el chunchero hecho pedazos, pero mi tierra aguanta meniones por montones, sino pregúntele a San Blas y a la Lupita que son los patrones de esta tierra de bendiciones y alegría inmensa…”
Con esta retahíla el nicoyano Farid “Pilón” Nema dio la bienvenida este 24 de julio al Presidente de la República, Carlos Alvarado, y a la comitiva oficial, recordando el terremoto de Sámara de 2012 que dejó seriamente dañado un importante edificio patrimonial de los costarricenses: el templo de San Blas de Nicoya.
El antiguo edificio se mantuvo cerrado por casi siete años. Gracias a la inversión de ¢670 millones por parte del Centro de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ), volvió a abrir sus puertas a la comunidad y a los turistas que lo visitan a su paso por Nicoya.
Hace un año, el Presidente Alvarado se comprometió públicamente incluir dentro del presupuesto del MCJ de 2019 una partida por ¢300 millones para poder concluir las obras de recuperación de esta reliquia arquitectónica. “Tenemos la confianza y la voluntad política para llevar a buen puerto la conclusión de remozamiento de la Iglesia de San Blas para el disfrute de toda la población”, dijo entonces.
Con la satisfacción del compromiso cumplido, el mandatario y la ministra de Cultura y Juventud, Sylvie Durán, hicieron entrega este miércoles de las obras concluidas a los nicoyanos, la víspera de la celebración del 195 Aniversario de la Incorporación del Partido de Nicoya a Costa Rica.
En un emotivo acto a la entrada del templo, después de disfrutar de las retahílas de Nema, la antigua ermita reabrió las puertas para recibir a los vecinos de Nicoya, que expectantes esperaban volver a reconocer su preciado patrimonio. Estuvieron presentes además, Diego Meléndez, director del Centro de Patrimonio Cultural; Marco Antonio Jiménez, alcalde del cantón; el presbítero Luis Humberto Quesada; así como diputados de la provincia
El Presidente Carlos Alvarado comentó sobre los esfuerzos para restaurar este patrimonio costarricense al tiempo que instó a los pobladores a seguir luchando por conservar en buen estado esta joya. “Nos llena de alegría hacer entrega de las obras de restauración de uno de los templos más importantes, antiguos y queridos por todos los costarricenses”.
Por su parte, Sylvie Durán, ministra de Cultura y Juventud, indicó que el resguardo del Templo de San Blas supone una gran y esperada alegría para la comunidad de Nicoya y el país entero. “Esta Iglesia y cada uno de nuestros espacios patrimoniales son activos únicos y valiosísimos que nos aporta memoria, valores de convivencia, orgullo, sentido de pertenencia y sentimientos compartidos. En cada localidad, nuestros edificios emblemáticos son además signos distintivos y dinamizadores de la visita que hacen única cada comunidad, en este caso, Nicoya“.
Restauración. Los terremotos en la zona han sido el principal enemigo de esta iglesia, desde la construcción en 1644. Este templo, anterior al actual, fue destruido completamente por un terremoto en 1826. La existente ermita de San Blas es una construcción en calicanto y techo entejado iniciada en 1827. La orden vino de la Asamblea Constitucional que emite un decreto el 28 de julio de 1827, el cual acuerda la reconstrucción de la iglesia. El decreto concedió la licencia a la Municipalidad de Nicoya para reedificar el Templo, en cuyo proceso aportaron las cofradías de Nicoya. Constituye uno de los templos más antiguos del país y de gran valor no solo para nicoyanos y guanacastecos, sino para la comunidad nacional.
En 2013 se realizó una intervención paliativa (¢37.5 millones) y en 2014 se contrató el diseño de reforzamiento estructural (¢8.5 millones).
La rehabilitación incluyó tres etapas de reforzamiento estructural a cargo del Centro de Patrimonio Cultural.
Primera etapa. Se realizó entre 2015-2016. Consistió en refuerzo estructural en las paredes laterales. La inversión fue de ¢167 millones.
Segunda etapa. Se ejecutó entre 2016-2017 con el refuerzo estructural de la fachada principal por ¢157 millones. El diseño de la intervención estructural de la espadaña recomendó construir una estructura, tipo pared, de acero y cemento en la parte posterior de la fachada para no afectar los detalles arquitectónicos del frente donde aún se lee: “Viva Blas”.
Tercera etapa. De marzo a julio de 2019 se ejecutó la tercera y última etapa a un costo de ¢300 millones. De nuevo, la mejor forma de reforzar las paredes del presbiterio y las sacristías fue mediante la instalación de fibras de carbono.
Se realizaron trabajos preliminares de evaluación arqueológica; remoción de pisos y ampliación de cimientos, restauración de las paredes de calicanto; impermeabilización de la cubierta sobre el presbiterio, restauración de detalles arquitectónicos, reposición de tejas del techo; readecuación del sistema eléctrico e instalación de rampa de acceso.
En las tareas de prospección arqueológica se encontraron objetos y cuerpos enterrados según fue la tradición en la Colonia. Se descubrieron los cimientos del templo de 1644, por lo que se optó por dejar dos ventanas arqueológicas para que el público pueda observar los vestigios de cuatro siglos: los cimientos de 1644 (siglo XVII), la huella del incendio de finales del siglo XVIII, la construcción de mediados del siglo XIX y la restauración realizada entre 1990 y 1994 (siglo XX). Una exposición con siete paneles informará al público sobre la historia, así como los trabajos arqueológicos y de ingeniería realizados.
Con una inversión total de ¢670 millones, la antigua y querida ermita seguirá siendo el epicentro de la ciudad de Nicoya, de sus fiestas patronales en honor a San Blas, cada 3 de febrero, y de las de Nuestra Señorita La Virgen de Guadalupe, el 12 de diciembre; de alegres mascaradas, juegos de pólvora, procesiones católicas de Semana Santa y un sinnúmero de festividades y tradiciones que la han convertido en ícono de comunidad y de Costa Rica.
Diego Meléndez, director del Centro de Patrimonio Cultural recordó que el templo de San Blas es, junto con la parroquia de La Inmaculada, en Heredia, uno de los pocos vestigios, aún en pie, de la época inicial de la vida republicana, a pesar de tener una marcada influencia de los métodos y tradiciones constructivas de la arquitectura colonial.
“Al terminar la tercer y última etapa del reforzamiento de este bello templo, podemos garantizar su permanencia para el disfrute de las presentes y futuras generaciones. Este reforzamiento con fibras de carbono significó la seguridad para la estabilidad de sus muros con el mínimo impacto en su tejido histórico. Es un orgullo para el Centro de Patrimonio realizar el aporte para que tan importante obra permanezca”, expresó.