El proceso de lectura no es neutral, implica una toma de conciencia, porque el texto literario transforma la cosmovisión del lector. La lectura no es un acto pasivo, por el contrario, induce a otro proceso, la escritura y, a partir de ella, su proceso de animación y promoción para su pleno disfrute espiritual.
Lic. Miguel Fajardo Korea | Premio Nacional de Educación Mauro Fernández | minalusa-dra56@hotmail.com
El proceso de lectura no es neutral, implica una toma de conciencia, porque el texto literario transforma la cosmovisión del lector. La lectura no es un acto pasivo, por el contrario, induce a otro proceso, la escritura y, a partir de ella, su proceso de animación y promoción para su pleno disfrute espiritual.
Leer es una actividad intelectual o recreativa, donde cada quien puede aportar, transformar, completar, recrear o construir el conocimiento. El horizonte de expectativas que deviene del proceso de lectura significa una experiencia necesaria, de acuerdo con el contexto sociohistórico y cultural donde nos encontramos inmersos.
Cada libro enciende una llama de sabiduría. Sus procedimientos discursivos deben ser decodificados para que desatemos la magia de su imaginación. Leer es participar; llenar los vacíos del texto, cobijarnos de su siembra de pensamientos para transformar nuestra visión cotidiana. El libro es el cuerpo infinito del espíritu (MFK).
El Español incluye cuatro procesos de comunicación, a saber: escuchar, hablar, leer y escribir. Dichas habilidades generan competencias intelectuales, por lo tanto, es necesario sistematizar sus comportamientos.
La lectura se convierte en un acto de producción de sentido dentro del proceso cognoscitivo, el cual requiere un componente motivacional, a bien de favorecer relaciones discursivas, así como la integración de otros aspectos, a saber: pragmático, discursivo, semántico, léxico, morfológico, sintáctico, entre otros.
Mijail Bajtín aduce que “la palabra siempre quiere ser oída [...] siempre busca comprensión como respuesta”. Desde esa línea, como lectores, dialogamos con los textos que leemos, es decir, somos sujetos o lectores participativos, en el tanto le aportamos al texto nuestra propia lectura, todo el cúmulo de experiencias previas, si entendemos que “el lector es otro texto”.
En relación con el alcance de la lectura, Borges señala: “Cada vez que leemos un libro, el libro ha cambiado. La connotación de las palabras es otra... Los lectores han ido enriqueciendo el libro”.
Como puede desprenderse, el proceso de lectura debe ser dinámico. Se requiere la presencia del lector como el sujeto que llena los vacíos del texto, o bien, le aporta su cuota de creatividad, de ahí, entonces, que se favorezca un aprendizaje significativo en las lecturas, tanto en las instituciones educativas formales como en las instancias no formales, pero sin perder la perspectiva integral, como un proceso de goce pleno.
Ciertos alcances de la lectura:
Algunas actividades didácticas de animación de la lectura: Animar, etimológicamente se refiere a dar alma, mover, motivar, dinamizar y comunicar, por ello, es un proceso que ayuda a crecer interiormente y establece un ámbito dialógico con los protagonistas en la maravillosa aventura de leer. En ese sentido, la animación obedece a presupuestos particulares.
En criterio de Pedro Cerrillo y Jaime García: “La animación es una actuación intencional que, con estrategias de carácter lúdico y creativo, va a tratar de transformar actitudes individuales y colectivas en torno a la lectura y el libro”.
Es decir, con la animación a la lectura, se espera que las personas se acerquen a los libros, a fin de propiciar lecturas activas, de manera que se incentive el gusto por ella, asimismo, que pueda discriminar de entre la gran oferta libresca de la actualidad.
Existen diferentes instancias que propician la red de promoción de la lectura:
Entrega apasionada en la enseñanza de la literatura, como un ejercicio holístico que incida en el mejoramiento reflexivo sobre la calidad de vida interior de las personas, porque la literatura transforma desde el alma.
Participar como ponente en foros, seminarios, charlas, conferencias, recitales, en los ámbitos educativos y de empresas, a fin de animar la promoción lectora.
Ver películas o materiales audiovisuales que sean adaptaciones, o tengan como base un libro de calidad, a fin de reforzar el dominio de su contenido, pero no necesariamente, como sustituto de su lectura.
Colocar artículos con temática cultural en Internet, a fin de que se pueda extender el marco de lectura global de los textos en comentario.
Es de suma importancia destacar el aporte de diversas colecciones, como “Leer para disfrutar”, en el entendido que “Leer es una fiesta” y que, para entrar en ella, el “libro es una llave de papel”. Hace algunos años, el Diario La Nación lanzó un proyecto que publicó 200 títulos, con un tiraje de varios millones de ejemplares, a precios muy cómodos. La experiencia anterior permite afirmar que hay un público deseoso de cultivar su espíritu con lecturas y libros reconocidos, agradables y a precios accesibles