- La capacidad de lectura se encuentra en niveles de desempeño muy inferiores.
Silleny Sanabria Soto
Periodista Periódico Mensaje
Ante una situación de pandemia, el gobierno de Costa Rica tomó la decisión de enfrentarla con medidas indispensables desde el punto de vista de salud, pero que de una u otra forma alteraron los procesos regulares de enseñanza desde la etapa de educación temprana.
Según el nuevo Informe del Estado de la Educación, durante este período de pandemia se experimentó una contracción de los aprendizajes en la generación actual de estudiantes, lo cual alerta y subraya la necesidad urgente de fortalecer la competencia lectora en los próximos años y convertirla en uno de los ejes medulares de la Política Curricular.
En Costa Rica, el estudio sobre la competencia lectora en la población estudiantil de primaria y secundaria es particularmente necesaria porque, previo a la pandemia, se registraba un bajo desempeño en las habilidades lingüísticas medidas en las pruebas estandarizadas del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), (PISA, por sus siglas en inglés) y en las que este país ha participado desde el 2009.
¿Cuáles fueron los hallazgos más relevantes del estudio?
En más de una década de participación, en la evaluación más reciente de PISA 2018, no se reportó ningún avance en la competencia lectora de los estudiantes, pero además esto es lo que más preocupa al sistema educativo del país según el estudio:
- En la competencia lectora, el 74% de los jóvenes costarricenses que participaron en PISA 2018 se ubicaron por debajo de los dos niveles de desempeño inferiores.
- El 45% de los estudiantes que participaron en PISA 2018 indicaron que muy rara vez o nunca leen libros; y 38% señalaron leer con más frecuencia libros digitales o libros impresos y en dispositivos electrónicos.
- En su actitud hacia la lectura, el 62% de los estudiantes se concentra en valores medios o bajos, mayoritariamente la consideran como una práctica obligatoria, no la contemplan dentro de sus pasatiempos favoritos y tampoco les gusta intercambiar experiencias sobre los libros que leen. A pesar de esto, el 64% de ellos se consideró buenos lectores.
- Los estudiantes en PISA 2018 reportan que sus docentes emplearon en la enseñanza del Español, principalmente, prácticas relacionadas con el enfoque tradicional, prevalece contestar preguntas sobre textos leídos (90%), enumerar y describir personajes principales (77%), así como la escritura de resúmenes (70%) y textos (66%) a partir de lo leído.
- La competencia lectora es clave para mejorar los rendimientos en Ciencias y Matemáticas, así como para reducir las desigualdades socioeconómicas y por género que se han acentuado en los últimos años.
- La reducción del currículo de español en primaria, durante el primer año de pandemia, implicó omisiones cercanas o superiores al 50% en los contenidos totales: en segundo y sexto año, se suprimió la mayor cantidad. Por lo tanto, los perfiles de salida de los estudiantes no se cumplieron en 2020.
- Las áreas de expresión y comprensión oral sufrieron las mayores reducciones de contenidos durante el 2020: solo se incluyó un 38% del plan de estudios en primer y segundo año, mientras que, a partir del tercero, estuvo prácticamente ausente.
Ante esta situación, se destaca que la competencia lectora es esencial no solo para la vida en sí, sino para hacer frente a la revolución tecnológica actual, por lo que las habilidades con las que cuenten los estudiantes son vitales para su desempeño diario en lo personal y en lo laboral. Ante ello, el Ministerio de Educación Pública, ha generado recursos creativos y potenciadores de habilidades del lenguaje, como el Portal de Español y el Plan Virtual de Fomento a la lectura, los cuales requieren fortalecerse y ampliarse con más recursos específicos para promover las etapas de “aprender a leer” y “leer para aprender”, según indica el Informe del Estado de la Educación, ya que durante la pandemia, los recursos elaborados fueron muchos y variados, aunque no siempre se articularon con los programas; hubo escaso o nulo seguimiento y evaluación de las audiencias.
Fuente: Estado de la Educación.