El Gigante y la Giganta, la Bruja, el Diablo, la Calavera, el Policía, la Minifalda, el Patas Arriba, son solo algunos de los múltiples personajes tradicionales que conforman las mascaradas tradicionales que llenarán parques, plazas y calles, con su alegría, ritmo y color, este fin de semana, en el marco del Día Nacional de la Mascarada Tradicional Costarricense, que se celebra el 31 de octubre de 2022.
En esta oportunidad, la celebración reviste de especial valor, ya que, por primera ocasión, este día además celebra la reciente declaratoria de las Mascaradas Tradicionales como Símbolo Nacional de Costa Rica, según quedó establecido en el decreto legislativo N° 10239.
La investigación “Máscaras, Mascaradas y Mascareros”, de la antropóloga Giselle Chang Vargas (2007), elaborado por el Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural, detalla que el origen de la mascarada en el Valle Central se remonta al período de la Colonia, cuando las cofradías organizaban festividades al Santo Patrón. “Fue en La Puebla de Cartago -barrio de indios, pardos, negros y mulatos-, donde nació la práctica de los mantudos, en una de las fiestas agostinas en honor a la Virgen de Los Ángeles”, detalla la investigación.
“En este oficio tradicional del Valle Central se reconoce como pionero a Rafael ‘Lito’ Valerín, nativo de Cartago, quien elaboró una serie de personajes populares que fueron bailados por los jóvenes cartagineses en los albores del siglo XX. Estos payasos contribuyeron a dar un carácter lúdico a las fiestas en honor a la Virgen de Los Ángeles y, posteriormente, estos mantudos fueron apropiados por los habitantes de otras localidades de la región y pasaron a ser un atractivo en las festividades patronales de distintos poblados del Valle Central, donde el arte de elaborar mascaradas ha sido conservado en pocas localidades, donde hay personas, que, aunque en la mayoría de los casos tienen otros oficios, son reconocidos por su habilidad en la confección de mascaradas o de payasos como se les llama comúnmente”, reseña la publicación de Chang.
Adicionalmente, la investigación explica que, entre los principales poblados donde habitan estos mascareros, destaca Aserrí, Barva y otras regiones heredianas; Desamparados, San Lorenzo de San Joaquín de Flores, San Antonio de Escazú, Tres Ríos, Palmares. “En casi todos estos lugares, ha habido familias cuyos integrantes han transmitido este conocimiento de una generación a otra”, agrega la investigación. Según datos recientes, con base en inventarios culturales, la práctica de la mascarada se ha registrado además en regiones fuera del Área Metropolitana, como por ejemplo Santa Cruz de Guanacaste, entre muchas otras.
Desde el año 1996, el 31 de octubre de cada año, se declaró como “Día de la Mascarada Tradicional Costarricense”, dado que esta manifestación es una de las costumbres más arraigadas; tanto la elaboración como el desfile de mascaradas, lo que permite la expresión de tradiciones antiquísimas, así como el talento creativo de los artesanos. Además, según detalla el decreto, la artesanía mascarera costarricense, presente en las diferentes actividades culturales, constituye un elemento importante para la educación y recreación del pueblo; asimismo, se adquiere conciencia y madurez sobre la importancia de preservar y difundir la realización de mascaradas, como símbolo de expresión cultural.