Tiringote de Nicoya, 27 de marzo de 2012
Mi querido Jota Jota:
Viera que bonito se pone aquí para la Semana Santa. Los árboles florecen. El Cortés, con su amarillo intenso adorna nuestros campos; los papaturros dan sus frutos. El coyol se pone más sabroso. El sol es más fuerte y la luna más luminosa. El ambiente es callado y tristón. Hasta las campanas de la Iglesia suenan a tristeza.
Yo me acuerdo de la procesión del Santo Sepulcro el Viernes Santo, con la música solemne de la banda municipal, con el saxofón inigualable de Pedro Mora, la trompeta de Arecio Ríos, el cornetín de Cigapà y el bajo opulento de Célimo Guido. De entonces hasta hoy, ¿quién iba a pensar que en Nicoya existiera, no una banda, sino una Sinfónica, sinfónica de verdad, dirigida por un nicoyano auténtico, nieto de Lupe Mora? ¡Pues es verdad!
Yo aquí en mi ranchito oigo las chicharras y me pongo a pensar en esas cosas de la naturaleza. Las chicharras cantan en la Semana Santa y luego como que se entierran, se sacrifican, por decirlo así, imitando a nuestro Señor Jesucristo, y después reviven otra vez por estos tiempos de la Semana Santa. Algo así como la resurrección. Póngale cuidao a eso de las chicharras.
Por aquí me vino a visitar Enrique Aguirre Vidaurre, me dijo que era viejo pañía suyo en esos menesteres del periódico y me trajo unos jocotes jimoyos, unos papaturros y unos dibujos de la novela que está escribiendo sobre Nicoya. Me dijo que era un santo varón dedicado a las letras, pero a las letras criollas, y que usted lo estaba ayudando. Los felicito. Eso hace falta en este pueblo, más dormido que un lirón o un gato montés.
Me cuentan que el Señor Alcalde Marco Jiménez- “el nieto de Chiquinín”, está lo más contento porque a las dos Sámaras, la del Sur (cerca de Puerto Carrillo) y la del centro, las distinguieron con la Bandera Azul Ecológica. Este es un esfuerzo de la Municipalidad, de la Cámara de Turismo de Sámara, cuyo presidente es su buen amigo, Marquitos Carmona, el de la imprenta, y en general de los buenos vecinos de las bellas playas de Sámara. Felicitaciones a todos.
Usted se acuerda una vez que fue a Sámara a caballo con Ronulfo Rodríguez, Nayo Nema, Chema Pérez, el Chato Cortés (que trabajaba en el Banco Nacional), y se fueron al rancho de Héctor Hernández, después de pasar por Maquenco a tomar chirrite, que luego se llevaron el guarito en un cacho de toro amarrado a la alforja. En Sámara, en un rancho por la playa, cerca del negocio de Paco Armijo, estaba una marimbita tocando parranderas y boleritos, y el Chato Cortés bailaba de lo lindo, bien pegadito, con una mujer calva, tetuda y culona; en eso paró la marimba, y el Chato Cortés sin despegarse de la mujer, que la tenía bien apercollada, le decía a los marimberos: “Sígale tirando, sígale tirando”…
A Ronulfo se le perdieron los anteojos que Héctor- el único sobrio del grupolos encontró debajo de un butaco, otros perdieron sus dientes postizos y Héctor los encontró en la playa, en fi n, aquello fue una verdadera mejenga con su historia.
Cuando venga a mi ranchito, le contaré más historias.
Mientras tanto…
Chóquela con esos cinco…
Su amigo de infancia
ORISTARCO CHARCOLES