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Investigadores de la UNED, UCR y la Universidad Autónoma de Madrid analizaron la flora en cinco turberas de alta montaña, resaltando su valor ecológico y los riesgos que enfrentan.

Estudio en Talamanca identifica 67 especies de plantas y alerta sobre amenazas en humedales de alta montaña

Investigadores de la UNED, UCR y la Universidad Autónoma de Madrid analizaron la flora en cinco turberas de alta montaña, resaltando su valor ecológico y los riesgos que enfrentan.

Estudio en Talamanca identifica 67 especies de plantas y alerta sobre amenazas en humedales de alta montaña
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Estudio advierte sobre la pérdida de biodiversidad en las turberas fuera de áreas protegidas y destaca la necesidad de medidas de conservación.

Además, identificó nueve especies con alto valor ecológico, entre ellas Puya dasylirioides, resaltando la fragilidad de estos ecosistemas y la urgencia de su protección.

Con tecnología SIG y drones, el estudio permitió analizar la vegetación y su relación con factores ambientales, aportando información clave para su manejo.

San José. Un equipo de investigadores de las universidades Estatal a Distancia (UNED), de Costa Rica (UCR) y Autónoma de Madrid (UAM) llevó a cabo un estudio que permitió identificar 67 especies de plantas en las turberas tropicales de alta montaña de la Cordillera de Talamanca.

El estudio, titulado “Flora de las turberas tropicales de alta montaña: amenazas y medidas de manejo. Cordillera de Talamanca, Costa Rica”, analizó la vegetación en cinco turberas del Macizo la Muerte, ubicadas entre los sectores de El Empalme y Cerro Bellavista, dentro del Parque Nacional Tapantí en un rango altitudinal de 2.400 a 3.100 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.)

Los datos fueron recopilados mediante muestreos en campo y analizados con un Índice de Valor Florístico (IVF), con el objetivo de evaluar el estado de conservación de estos ecosistemas, brindando una visión integral de la flora y los riesgos que amenazan a estos hábitats singulares, trabajo que servirá de base para futuras investigaciones en los parques nacionales Chirripó y La Amistad, ubicados dentro de la Reserva de Biosfera La Amistad.

Los resultados revelaron, además, una menor diversidad biológica en tres de las turberas situadas fuera de las áreas protegidas estatales, lo que sugiere la influencia del efecto de borde y las actividades agroproductivas cercanas a la carretera Interamericana.

En contraste, las turberas ubicadas en el sector de Salsipuedes y Cerro Paramillo presentaron una mayor riqueza florística. Además, en las zonas cercanas a la Interamericana, se observó una composición floral distinta, caracterizada por especies con menor demanda hídrica.

La investigación destaca la importancia de las turberas como parte de los ecosistemas del Hotspot mesoamericano, no solo por su función como reservorios de biodiversidad, sino también por su papel como indicadores sensibles de la influencia humana y las amenazas ambientales en la región.

Entre los factores de riesgo identificados se encuentran el cambio climático y la intervención antrópica, lo que enfatiza la necesidad de medidas de manejo adecuadas para garantizar la conservación de estos ecosistemas.

Con la expansión de la investigación a otras áreas de la Cordillera de Talamanca, los investigadores esperan obtener información adicional que contribuya al diseño de estrategias de conservación y manejo para las turberas tropicales de alta montaña en Costa Rica.

Trabajo de campo. Se llevaron a cabo 11 campañas de campo, que incluyeron 32 inventarios distribuidos en cinco transectos: El Empalme, Salsipuedes, Quetzales 1, Quetzales 2 y Cerro Paramillo. En cada transecto se establecieron cuadrículas de 4 m² para analizar cinco estratos de vegetación: arbóreo, arbustivo, herbáceo, costra liquénica y epífito. Se identificaron especies de plantas vasculares, musgos, hepáticas y líquenes, además de recolectar datos sobre altitud, geolocalización y condiciones del sustrato.

Especies de flora encontrada en las turberas. Se identificar 67 especies de plantas, distribuidas en 38 familias y 55 géneros. Entre las turberas estudiadas, Cerro Paramillo presentó la mayor diversidad, con 36 especies, seguida de Salsipuedes con 35. Por su parte, Quetzales-2 fue la que mostró menor diversidad, con 19 especies.

Especies comunes y distribución. Cinco especies estuvieron presentes en las cinco turberas: Heterodermia vulgaris, Juncus effusus, Rhynchospora schaffneri, Sphagnum recurvum y Vaccinium floribundum. Se observó una alta densidad de Sphagnum recurvum y Blechnum buchtienii en Salsipuedes y Cerro Paramillo, lo que sugiere una estrecha asociación entre estas especies.

Especies endémicas. Se identificaron tres especies endémicas: Pentacalia firmipes, Xyris nigrescens y Puya dasylirioides, lo que representa el 4.5 % del total. Además, el 58.2 % de las especies pertenece al reino Neotropical y el 38.8 % al Neártico.

Valor ecológico y especies clave. Nueve especies presentan valor ecológico, incluyendo una en peligro: Puya dasylirioides. Además, siete especies fueron identificadas como clave para el ecosistema, destacando Quercus costaricensis y Puya dasylirioides. El Índice de Valor Florístico (IVF) más alto se registró en Cerro Paramillo.

El 40.3 % de las especies inventariadas tiene un valor ecológico, corológico o de especie clave, lo que resalta la importancia de conservar estos ecosistemas únicos y frágiles.

Para obtener los resultados el equipo de investigación elaboró un Sistema de Información Geográfica (SIG) para gestionar datos georreferenciados y analizar la distribución de la vegetación en las turberas, de igual manera, se generaron mapas de alta precisión que revelaron patrones de vegetación relacionados con la altitud, la inclinación del terreno y la cercanía a cuerpos de agua.

Además, con el apoyo de personal técnico del Área de Conservación Amistad-Pacífico (ACLAP) del SINAC, se realizaron cinco campañas de captura de imágenes aéreas mediante un dron, complementado con una estación móvil.

Los vuelos se llevaron a cabo a una altitud constante de 130 metros, lo que permitió obtener imágenes de alta resolución procesadas posteriormente mediante un software, esta tecnología facilitó la identificación de patrones de vegetación y cambios en el paisaje de las turberas.

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