- Efecto de la pandemia sumado con la competencia en desigualdad de condiciones minan a este subsector.
Por Karen Retana
Efecto de la pandemia sumado con la competencia en desigualdad de condiciones minan a este subsector.
El transporte turístico circula en medio de la incertidumbre y el abandono. En el último año, este subsector del Turismo ha enfrentado los embates de la pandemia que trajo consigo el cierre de fronteras y la merma de turistas extranjeros, dejándolos con los bolsillos vacíos y en algunos casos la quiebra de sus negocios.
Si bien sus representantes se han organizado para plantear soluciones que mitiguen los efectos de la coyuntura actual, los mismos aseguran que han encontrado a su paso la falta de voluntad para escuchar y toma de decisiones que contribuyan a su subsistencia.
La flotilla de vehículos en este subsector alcanzaba en diciembre pasado las 3346 unidades. Sin embargo, hoy un 11% desaparecieron.
El Consejo de Transporte Público (CTP), institución que los regula, no atiende su clamor. Pese a los múltiples acercamientos, no se ha logrado generar una empatía para aplicar soluciones integrales a todos los sectores, ni siquiera a través de las gestiones realizadas por medio del Instituto Costarricense de Turismo.
El 31 de diciembre del 2020 se venció el 95% de los permisos de turismo de todo el país. Para poder renovarlos y estar en regla ante la posibilidad de que el turismo repuntara, el CTP les exigió a estar en regla con todos los requisitos. Pese a estar aun en pandemia, los transportistas turísticos pagaron un canon de ₡130.000 por unidad, los marchamos, las pólizas de seguro y de Riesgos del trabajo de los conductores, y estar al día con la Caja Costarricense del Seguro Social.
Una de las disposiciones del CTP fue autorizar el servicio de transporte turístico durante los fines de semana para todo tipo de unidades. Esto obligó a competir en desigualdad de condiciones ya que con respecto a otro tipo de servicios de transporte, estos deben cumplir con mayor cantidad de requisitos para operar.
“Esta disposición nos afectó enormemente ya que debimos además competir por precio. Entre semana la demanda de transporte turístico es mínima, lo cual el ingreso era nulo para nosotros como sector, a diferencia de otros servicios de transporte. En el caso de los fines de semana, aunque mejoraba con respecto al resto de días de la semana, la competencia y la oferta era abismal”, señaló Juan Carlos Salazar, miembro de la Junta directiva de la Asociación de Transporte Turístico.
A ello se suma que el turismo nacional no es suficiente para mantener a la industria. En el 2019, solo representaba el 14% del total del turismo que se movía en el país. Un porcentaje insuficiente para una demanda de más de 15 mil unidades, entre transporte turístico, escolar, regular y de trabajo.
Por si fuera poco, en Guanacaste enfrentan la competencia de transporte nicaragüense que ingresa por la frontera de Peñas Blancas para llevar pasajeros desde los hoteles guanacastecos, hacia destinos turísticos como San Juan del Sur y Granada.
Estos transportistas además operan de forma ilegal como tour operadores en las playas donde ofrecen tours sin ningún tipo de protocolo. “Están brindando un servicio desde la informalidad que afecta todos los encadenamientos productivos que se generan en la provincia”, aseguró Salazar.
Mientras tanto, la posibilidad para que unidades de transporte turístico costarricense ingresen a Nicaragua se ve limitada ante la obligación de pagar un impuesto de $140 por ruedo. Las unidades no pueden entrar sin pasajeros y además deben presentar una lista sellada donde se detalla la cantidad de personas que ingresan, la cual debe ser la misma a la hora de regresar a suelo nacional.