42% de las personas estudiantes de I y II ciclo en condición de discapacidad requerían bastante o mucha ayuda para realizar los trabajos que les enviaban de la escuela.
La población en condición de discapacidad o con barreras de aprendizaje fue de las más afectadas durante la pandemia a nivel educativo. Las madres de familia de este grupo de personas estudiantes cuentan con niveles muy bajos de escolaridad, lo cual dificultó el importante apoyo que se requería para realizar las tareas asignadas.
Para el Octavo Informe Estado de la Educación, presentado en el mes de agosto del año pasado, se llevó a cabo una encuesta a un total de 1.318 familias beneficiarias del programa de Ayudas Técnicas para personas estudiantes de I y II ciclo en situación de discapacidad de la Dirección de Programas de Equidad del Ministerio de Educación Pública (MEP).
En el marco de la próxima conmemoración del “Día Nacional de la Persona en Condición de Discapacidad”, se destacan algunos de los principales resultados de dicha encuesta.
Los lineamientos del MEP señalaban la importancia de que las familias asumieran un papel protagónico en el proceso de enseñanza y aprendizaje del estudiantado durante el contexto pandémico; no obstante, en el caso de los hogares donde habitan estudiantes con necesidades educativas especiales y barreras de aprendizaje, este apoyo recayó totalmente sobre las madres. El 90% de las familias indicaron que ellas fueron el principal soporte para las personas estudiantes en los hogares, por lo que las madres tuvieron que desplazar trabajos domésticos y asignaciones laborales para priorizar el proceso de aprendizaje de sus hijos e hijas. Sin embargo, el 41% de ellas reportó tener baja escolaridad (primaria completa o incompleta), aspecto que dificultó el apoyo educativo que podían brindar.
Esta situación ratifica lo que estudios previos habían señalado: los roles tradicionales de género que aún persisten en la mayoría de los hogares se intensifican cuando hay un hijo o hija que presenta una condición de discapacidad.
Gracias a los resultados de la encuesta, fue posible identificar que esta población estudiantil proviene de hogares con bajos índices de capital cultural (carecen de libros, de espacios tranquilos para realizar sus labores de estudio, recursos tecnológicos, conectividad a internet, y baja escolaridad de las madres) lo que limitó aún más la calidad del aprendizaje a distancia que se recibió.
Cabe destacar que del total de hogares consultados, un 42% también reportó que el estudiantado en condición de discapacidad requería bastante o mucha ayuda para realizar los trabajos que les envían de la escuela.
De acuerdo con Katherine Barquero Mejías, investigadora del Informe Estado de la Educación, los hallazgos de este estudio revelaron que para estas familias la mediación pedagógica otorgada por el personal docente de educación especial resultó especialmente importante durante el periodo que permanecieron cerrados los centros educativos.
Un 72% de las familias realizaron una alta valoración del apoyo otorgado por el profesorado; esto resultó especialmente importante para aquellas de capital cultural bajo, quienes demandan más su presencia y en las que su mediación pedagógica cobra mayor relevancia.
Pandemia afectó con mayor fuerza a población estudiantil en condición de discapacidad