La escritora Ligia Zúñiga, en su prólogo “Nadie es dueño, de Miguel Fajardo: desde la piedra hasta el infinito”, escribe: “Los poemas del libro antológico “Nadie es dueño” (2ª. ed.), del poeta costarricense Miguel Fajardo Korea, conforman un trípode: metate ancestral de piedra, donde funde al ser humano, su tierra y lo divino.
Es un reto permanente, un discurso infinito de situaciones y eventos, donde la historia, la sangre, el dolor, la injusticia, la ausencia, el silencio, el olvido, la infamia, el abandono, la indiferencia: claman, gritan, revelan la agonía del misterio que fulmina al ser humano, día a día, en su deambular por la existencia en el Planeta.
Es energía testimonial del existir. Refleja nuestras vivencias en este mundo dual que compartimos. Los 50 poemas seleccionados de su vasta producción literaria durante 38 años (1978-2016), incluye un poema inédito, el cual forma parte de un libro en preparación. Todos conforman, a la vez, una cadena invaluable, donde cada eslabón ha sido creado, moliendo las palabras en el metate que representa su vida. El poeta Miguel Fajardo se refugia en la poesía y vacía su yo íntegro.
Cada poema es un cauce para la sed que evoca. Son llagas abiertas donde fluye la sangre testimoniando la verdad del hambre y la injusticia. Donde el temor se cubre con la máscara del poder, la prepotencia y la mediocridad de conciencia. Sus poemas son pájaros volando en despliegue solemne, marcan- do el testimonio que denuncia la esencia de la problemática de la vida en la Tierra.
El poeta grita por los desheredados, por las mujeres, por los niños y los ancianos; por el hambre y la sed. Por el ser y su dignidad, por la miseria en sus tres planos: espiritual, emocional y físico.
Miguel Fajardo entrega en “Nadie es dueño” (1978-2016), su antología personal, el amor por su tierra, Guanacaste. Nos refiere a su libro “Casa Guanacaste” (1980-2010), donde transmite su pasión, en defensa de los valores culturales de su pueblo, desde la era precolombina hasta la actualidad; de su geografía cercenada por un decreto ejecutivo en 1915.
Asimismo, la conciencia Confraternidad, el grito de Vargas Vargas, en Llano Grande, por el alma de su Quauhnacaztli, el árbol de las orejas que escucha el clamor de la Tierra y las voces de su gente, donde pregona sus anhelos, sus angustias, sus sueños y sus rezos.
El horizonte es amplio en “Nadie es dueño”: se extiende a América y al mundo. Clama por la paz y la justicia. Demanda con urgencia, y grita contra las guerras, el despojo humano, las migraciones obligadas, los atropellos contra la dignidad y el sufrimiento de tantos seres masacrados por la violencia, por la ambición del poder y del dinero.
El poeta se incinera en la piedra. El silencio de la insania lo absorbe, lo destroza, lo arrastra a la profundidad del duelo, donde las lágrimas inundan mares olvidados, donde el ser marca su sepulcro y, como el Ave Fénix, abre sus alas y levanta el vuelo, hacia lo infinito, hacia el sueño de una América nueva, donde impere la justicia y la equidad.
Enrumba su alma hacia lo sagrado, para fortalecer la Tierra, liberarla de tanta inmundicia y dolor. Despliega su pluma en la poesía y manifiesta su convicción, su entrega, a los valores más altos, a la elevación del ser, de manera veraz y honesta.
Miguel Fajardo eleva su plegaria al infinito, cruza el umbral y se une a lo divino, mediante el poema. Se sumerge en la palabra y desnuda su esencia: el amor. La libertad y la justicia son su objetivo. Su ruta es clara, decidida, valiente. Traza líneas concretas de libre pensamiento, de visión absoluta, íntegra y diáfana.
“Nadie es dueño”, libro antológico de la obra del Lic. Miguel Fajardo Korea, (Guanacaste, 1956), nos transporta en un viaje de profunda reflexión sobre nuestra existencia en la Tierra. Un trayecto donde no podemos ser indiferentes ante la destrucción y el destierro del ser humano y del mismo planeta. Por ello, el poeta nos exige ampliar nuestra conciencia, para fortalecer la esperanza, la fe y el amor”.