Como parte de sus creencias y tradiciones animadas por su gran fuerza espiritual, los chorotegas de Nicoya durante la Fiesta del Sol, realizaban sacrificios humanos para dar vitalidad a los dioses.
El Premio Nacional de Cultura Emilia Prieto Tugores 2019, con todo merecimiento fue otorgado a la Cofradía de Nuestra Señorita Virgen de Guadalupe, vetusta organización religiosa nicoyana que mantiene incólume la más vieja tradición religiosa de Costa Rica. Dicho premio se otorga en reconocimiento al permanente esfuerzo que lleva a cabo esta vetusta hermandad, en el mantenimiento incólume por generaciones, de la tradición más antigua y de mayor esplendor que tiene Costa Rica: Las Festividades de Nuestra Señorita Virgen de Guadalupe.
Al respecto es importante anotar que en el año 2014 mediante decreto N° 38290-C, las Festividades Nuestra Señorita Virgen de Guadalupe y sus diversas expresiones culturales habían sido declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial del cantón de Nicoya y de la provincia de Guanacaste, por ser un ejemplo de creatividad, organización y preservación de las tradiciones culturales y respeto de la diversidad cultural.
La Cofradía de la Virgen de Guadalupe tiene sus orígenes en la devoción inculcada en 1544 en la región de Nicoya, a raíz del portentoso acontecimiento milagroso de la aparición de la Virgen de Guadalupe al indígena Juan Diego en México en el año 1531. La devoción por Nuestra Señorita Virgen de Guadalupe en Nicoya, se estima data de más de cuatrocientos setenta y seis años, de conformidad con lo que la tradición oral indica y los elementos históricos establecidos. Es interesante destacar como una gran devoción religiosa del pueblo mexicano, unos años más tarde se proyectara muy rápido al pueblo nicoyano por ahí del año 1544.
Como parte de sus creencias y tradiciones animadas por su gran fuerza espiritual, los chorotegas de Nicoya durante la Fiesta del Sol, realizaban sacrificios humanos en grandes altares, donde la carne de los sacrificados eran tenidas como puro manjar santo y la sangre era lanzada a los cielos para dar vitalidad a los dioses.
Los españoles en sus afanes de conquista, desde su llegada en el año 1523 trajeron su tradición religiosa, lo que de inmediato chocó con las creencias propias del mundo de los indígenas. El cronista español Gonzalo Fernández de Oviedo en el año 1529, a su paso por Nicoya, capital de la Gran Nación Chorotega, presenció y describió con lujo de detalles la Fiesta del Sol o Fiesta del Maíz, rito que incluía sacrificios humanos al estilo de los pueblos mesoamericanos, tradición de la que provenían los chorotegas de Nicoya. Esto permitió afirmar que las prácticas religiosas chorotegas no habían sufrido menoscabo y que por lo tanto, a seis años de la llegada de los españoles, estos no habían logrado someter a los chorotegas en materia religiosa.
Dado que los españoles enfrentaban una tenaz resistencia indígena, principalmente en el campo religioso, se estima que la aparición de una madre diosa morenita a un indígena mesoamericano como los indígenas de Nicoya, llevó a los hispanos a interesarse en traer a Nicoya la devoción por la Virgen de Guadalupe. Además, por qué no considerar la alternativa de las tradiciones religiosas mesoamericanas, que venían con los indígenas migrantes quienes desde los años 800-1000 transitaban las costas del Pacífico de Centroamérica. Venían como mercaderes, como migrantes o como recolectores de impuestos, y sería muy posible que entre sus deidades mantuvieran en el inconsciente colectivo a la ancestral Tonantzin, la Diosa Madre, la Madre de todos los Dioses. Guadalupe es la asimilación que los españoles dieron al termino indígena “coatlallope” que significa la que aplasta la serpiente, una diosa de tradición mesoamericana, tradición de la que procedían los chorotegas de Nicoya. Una combinación de estas consideraciones anteriores, pudo haberse transformado en esta bella tradición que con gran esplendor engalana portentosa las más sublime de las costumbres religiosas del pueblo nicoyano.
Al principio la tradición mostraba únicamente los actos religiosos de la devoción, dado que los primeros años la administración espiritual de Nicoya estuvo encomendada a misioneros de la orden de San Francisco. En su convento siempre había por lo menos un doctrinero y un ayudante atendiendo la comunidad, quienes en sus procesos religiosos fortalecían y fomentaban la gran devoción existente en Nicoya por la Virgen de Guadalupe desde el año 1544. La más vieja tradición oral nicoyana dice que los españoles trajeron varias imágenes religiosas, entre ellas una imagen de bulto de San Francisco y un crucifijo grande llamado el Señor de la Conquista.
Los españoles, aparte de los actos religiosos, dejaron la devoción de la Virgen de Guadalupe en manos de los indígenas cuya fiesta principal se realizaba cada 12 de diciembre conforme aparición de la Virgen en el Tepeyac, antiguo oratorio de las deidades indígenas. Los españoles solo oficiaban la misa, y toda la fiesta como un resabio de la Fiesta del Sol, la organizaban y disfrutaban los indígenas. Posiblemente con el tiempo muchos indígenas de la comarca se fueron sumando a la devoción y optaron por pernoctar en Nicoya en los preparativos de la festividad. Es seguro que la gran cantidad de devotos generó otras necesidades como posada y alimentación, lo que obligó a realizar los preparativos con mucha antelación en lo relativo a la siembra de maíz, cacao, tubérculos y otros materiales, así como la cría y la caza de animales para preparar las viandas y comidas de la celebración. Esto pudo haber sido el inicio incipiente de la Cofradía de Nuestra Señorita la Virgen de Guadalupe en Nicoya.
Esta hermandad religiosa como tal era una cofradía de hecho, pero no considerada como tal por los españoles, por lo que es de suponer que no existan muchos registros al respecto, los que si aparecían muy frecuentes para las cofradías que contaban con bienes materiales como ganado y tierras. Esto también se puede relacionar con el hecho que según la tradición oral, se dice que en la Nicoya de finales de la colonia todavía había marcada división con los indígenas ya que el poblado estaba mojoneado, situando en la parte este los ranchos indígenas y en el oeste los caseríos de los españoles. Entre las cofradías impulsadas por los españoles podemos citar la de Nuestra Señora de la Concepción del Viejo, la del Dulce Nombre de Jesús, la de Nuestra Señora del Rosario, la del Santísimo Sacramento y la de San Blas y las Ánimas.
El hecho que la devoción por la Virgen de Guadalupe quedara en manos de los indígenas y una menor parte en la iglesia católica, permitió la combinación las creencias españolas e indígenas, originando un verdadero sincretismo religioso. Según algunos cronistas, en sus festivales acostumbraban llevar sus músicos al interior de la iglesia, donde bailaban disfrazados ante una imagen de la Virgen. Además si no había sacerdote, los indígenas acostumbraban realizar sus ceremonias fúnebres ante una imagen bendita de la Virgen. De igual forma en la organización de la Cofradía así como en sus actividades se confunden términos hispanos e indígenas, como son nacume, tiste, chicheme, nisquesa, chicha, nimbuera, mayordomos, priostes, diputados y patrones. Es indudable que con el paso del tiempo muchas familias de nicoyanos no indígenas empezaron a sentirse atraídos por la devoción hacia la Señorita Virgen de Guadalupe, integrándose como escribanos, y luego optando por otros puestos importantes de la Cofradía, respetando siempre los postulados básicos de la tradición indígena. Posiblemente esto permitió la apertura de los primeros libros de actas y registros donde se han ido conservando escritas las tradiciones de las Festividades de Nuestra Señorita la Virgen de Guadalupe. De igual forma en el tiempo se fueron integrando muchas personas más hasta llegar a constituirse la Virgen de Guadalupe en la venerada y adorada patroncita de toda la comunidad nicoyana.
Con el tiempo la cofradía nicoyana fue conformando y reafirmando una ordenada y dinámica estructura básica compuesta de miembros como el Mayordomo, Priostes, Nacumes, Diputados, Cocineras, Jarreras. Cargadores de la Yegüita, Capitanes de la Yegüita y la Muñeca, Cajeros, Piteros, Mantenedores, Escribanos, Alguaciles Comisarios. Además sobresalen los Patronos de Iglesia a saber: Patrón de vestir la Virgen. Patrón de Alborada, Patrón de aperar La Yegüita. Patrón de vestir La Muñeca o La Niña. Patrón de pasar la Virgen de la Iglesia a la Cofradía. Patrón de pasar la Virgen de la Cofradía a la Iglesia. Patrón de Oración. Patrón de Vísperas. Patrón de Ocho. Patrón de Alba. Patrón de Tercia.
Las Principales Actividades son: La Contadera de Días. La Pica de Leña. La Atolada. La levantada de La Ramada. Las Vísperas. La Alborada. Aperamiento de la Yegüita. Mudada de la Muñeca. Procesión de la Pasada de la Virgen de la Iglesia a la Cofradía. Vestición de Nuestra Señorita la Virgen de Guadalupe. Patrón de Salve. Procesión de La Pasada de la Cofradía al Templo. Toque de Oración. Rosario Cantado de las Vísperas. Juego de Pólvora. El Alba. Rezo de Tercia. Misa solemne en honor Nuestra Señorita la Virgen de Guadalupe. Solemne procesión del 12 de Diciembre. La Elección. La Procesión de las Candelas. Además entre las principales comidas y bebidas están el arroz con carne, atol, pozol, café, chicha, chicheme, rosquillas, tanelas y tiste.
La danza de a Yegüita y La Niña o la Muñeca, constituye un elemento muy importante de las festividades. La Yegüita es un caballito de madera y la Muñeca una imagen diminuta de la Virgen de Guadalupe, que bailando al son de pitos y tambores acompañan en todas las procesiones a la Virgen de Guadalupe. Con la Yegüita se conmemora un milagro de la Virgencita en el Cerro las Cruces acaecido según la tradición oral en el año 1653. Con la Muñeca se recuerda una práctica incruenta llamada la Chilillada que fue abolida por el padre Velazco en el año 1914.
Las festividades de Nuestra Señorita Virgen de Guadalupe la Patrona de Nicoya, constituyen un verdadero cuadro costumbrista de sincretismo religioso sin igual. El ajetreo de los cófrades y el hormigueo que cunde la casa de la Virgen, simbolizan y evocan la añoranza ancestral de una tradición que tiene sus raíces en la antiquísima Fiesta del Sol. Estas celebraciones de casi cuatrocientos setenta y seis años de vigencia, sin discusión engalanan portentosas el pintoresco folclor religioso de Guanacaste.
En estas bellas festividades resalta la singular participación de la Cofradía de Nuestra Señorita la Virgen de Guadalupe, cuya estructura es aparentemente única en el mundo, involucrando y llevando consigo una esplendorosa participación comunal.
La devoción de los promesanos y el entusiasmo del pueblo participante en la Cofradía de Nuestra Señorita Virgen de Guadalupe, hacen de este gran detalle cultural, resabio de las migraciones indígenas que poblaron Guanacaste, un acontecimiento indiscutible de inapreciable valor, que se mantiene invariable antes las embatidas del modernismo y del mundo actual.
Las Festividades de la Virgen de Guadalupe en Nicoya, mantenidas con cariño de siglos, por la Cofradía de Nuestra Señorita Virgen de Guadalupe, serán siempre uno de los principales símbolos de nuestros orígenes y del respeto y la admiración que nuestros espíritus deberán profesar eternamente por las cosas trascendentales y nobles de la vida.
Ing. Carlos Arauz Ramos.
Escritor
Nicoya, Guanacaste.
08 de febrero de 2020