El próximo 25 de Julio, fecha en que se celebra la Incorporación del Partido de Nicoya a Costa Rica, habrá otro motivo que festejar. Los nicoyanos, pero también todos los costarricenses, habrán recuperado uno de los templos más antiguos del país: el de San Blas de Nicoya.
El Centro de Investigación y Conservación del Ministerio de Cultura y Juventud dio este jueves la orden de inicio a la empresa contratada para ejecutar las obras que comprenden la tercera y última etapa de restauración de este edificio, patrimonio histórico-arquitectónico del país.
En julio pasado, el Presidente de la República, Carlos Alvarado Quesada, visitó la iglesia en compañía de diputados de la provincia y anunció la decisión y compromiso del Poder Ejecutivo de incluir en el Presupuesto del MCJ de 2019 los ¢300 millones que faltaban para la finalización de la restauración de este patrimonio costarricense.
Con la conclusión de la tercera etapa, prevista para ejecutarse en cuatro meses, se cumple el compromiso adquirido con la comunidad en 2012, después de que el terremoto de Sámara dejara fuera de uso el templo, que fue reafirmado por el Presidente Alvarado al incluir la partida en el Presupuesto 2019.
La intervención al vetusto edificio construido entre 1827 y 1834, busca el reforzamiento estructural del presbiterio y la sacristía. Las obras están previstas para extenderse por cuatro meses. Una vez concluido el trabajo, los nicoyanos podrán volver a disfrutar del histórico y querido templo, importante bastión de su identidad.
El reforzamiento estructural incluye trabajos preliminares de evaluación arqueológica, así como el levantamiento detallado de los acabados y elementos decorativos.
La técnica que se utilizará es la misma que se utilizó en la primera etapa, cuando se reforzaron las paredes laterales. Consiste en incorporar fibras de carbono que aportan resistencia y, a la vez, flexibilidad a la estructura; la remoción de pisos y excavación para fundaciones e instalación de bases de concreto estructural desde donde se “anclan” las bandas de fibra de carbono al suelo.
Finalmente, se brindará el adecuado acabado a pisos, se repellarán con cal los muros y se rehabilitarán elementos decorativos, revestimientos y acabados de techo. También, se instalarán rampas de acceso para cumplir con la ley N° 7600 Igualdad de oportunidades para personas con discapacidad.
“Nos da mucha alegría iniciar la última etapa de restauración de uno de los templos más importantes y antiguos del país. A pesar de la situación fiscal se realizó un esfuerzo presupuestario importante para cumplir con el compromiso de entregar la iglesia de San Blas completamente restaurada a la comunidad y a todos los costarricenses, pues definitivamente este es un patrimonio muy querido por todos y todas”, expresó Diego Meléndez, director del Centro de Patrimonio Cultural.
Restauración abordada por etapas. Debido a los altos costos, la restauración se realizó en tres etapas. La primera intervención consistió en reforzar las paredes laterales norte y sur del templo y la debida exploración arqueológica con el fin de documentar y dar una adecuada disposición a los restos humanos allí sepultados. Estos trabajos se realizaron en 2015, con una inversión de ¢167 millones.
En la segunda fase se reforzó la estructura de la espadaña del templo. Se logró su consolidación mediante la construcción de una estructura de acero y cemento en la parte posterior de la fachada principal. Esto fue en 2016 por un monto de ¢157 millones.
Anteriormente, el Ministerio de Cultura y Juventud invirtió ¢46 millones en conjunto para eliminar el riesgo de colapso (en 2013) y la contratación de una consultoría para el diseño del necesario reforzamiento estructural (en 2014).
La ermita fue reconstruida a inicios del periodo republicano (1827) con paredes de calicanto y cubierta de teja manteniendo el estilo colonial de su antecesora, estilo que se ha conservado sin mayores variaciones a lo largo del tiempo.
Ha sido testigo de las fiestas patronales en honor a San Blas cada 3 de febrero y de las de Nuestra Señorita La Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre, de alegres mascaradas, juegos de pólvora, corridas de toros, procesiones católicas de Semana Santa y un sinnúmero de festividades y tradiciones que lo convierte en ícono de comunidad de Nicoya. Con base en investigaciones se conoce que desde mediados del siglo XVI existía un templo en este mismo lugar.