Primero se montaron los toros en puro pelo, luego con pretal y más tarde con albarda. El alisto del toro era toda una ceremonia y tener buenos vaqueteros que supieran llamar ganado era una condición obligada en la monta de toros. Los toros se llevaban a los pueblos arreados por los sabaneros desde la finca hasta la plaza donde se jugarían. Estos eran los topes de toros por medio pueblo. Esta vieja tradición tiene su origen en las antiguas fierras que las haciendas de Guanacaste llevaban a cabo cada año. En la época de verano los sabaneros salían a los sitios a recoger el ganado para clasificarlo, curarlo y marcarlo. En la fierra de mañanita ya la hacienda toda era un trajín. Con gran afán y gritería los sabaneros iban separando el ganado. Gritos y pechadas, bramidos y resoplidos. Reveces y sogazos, manilas tilintes por corridas y chorreos. Cornadas y redondeos entre chimonazos y resbalones; todo un intenso y viril corretear en los corrales apartando la cimarronada, separando toros de toretes y vaquillas, dejando las paridas con las terneradas. Con la misma en los viejos corrales todo era un fragor. Certeros sogazos tilintes cachobarba revoleados sobre el bramadero. Finos rejoneros, alistando las reses para que el fierro caliente llenara todo el ambiente de olor a cuero quemado. Era el frenesí de la faena, mientras que varios en iguales fragores, entre decires, puyas y gritos, iban recortando orejas, mochando y curando gusaneras. En los trajines de la faena el que no fue buena horqueta en la monta o lo botó la bestia por una soga mal capeada, sufría las burlas y restregadas seguidas en el zopilote hediondo que ya tenía queresa por estar varios días guindando del guachipelín. Castigo patión y sufrido para el que tuvo un desliz imperdonable en las lides sabaneras?
Por: Carlos Arauz