Carlos Arauz Ramos |Premio Nacional de Cultura Emilia Prieto Tugores 2020
La Cofradía de Nuestra Señorita La Virgen de Guadalupe, siempre ha sido una cofradía de hecho, una hermandad, una congregación del pueblo nicoyano cuya función primordial consiste en apoyar, realizar y mantener todas las actividades tradicionales que se realizan en torno a las Festividades de Nuestra Señorita la Virgen de Guadalupe en Nicoya, Guanacaste. Esta Cofradía única en el país, por gene- raciones se ha mantenido con las contribuciones y donaciones de sus promesanos, de sus fieles devotos, de los mantenedores y de generosos contribuyentes que brindan su apoyo a sus festividades durante cada año.
Tradicionalmente es dirigida por la Junta Guadalupana, instancia que se encarga de organizar y conducir la realización de las actividades previas a la celebración de las festividades. Además, dirige y coordina la elección de los miembros de la cofradía y fundamentalmente vela por la autenticidad de las festividades, así como el mantenimiento y conservación de todos los bienes de la congregación, procurando que todo el celebro este en estricta concordancia con las costumbres indígenas y religiosas que acompañan desde su origen esta antiquísima y vetusta tradición.
La estructura de la Cofradía presenta un ente bien organizado de oficios y actividades, dentro de un armónico marco de rígido cumplimiento. Mientras que el Mayordomo es el encargado de buscar y procurar los recursos de las festividades, el Nacume es el que dirige internamente todas las actividades de la Cofradía. Los Priostes, cinco en línea, posibles sucesores del Mayordomo en caso necesario se encargan de levantar la Ramada y todo lo relativo a la consecución de la carne. Los Diputados son los encargados de la elaboración y reparto de la chicha, el chicheme y las viandas hechas en la Cofradía. Ayudan en la preparación de las tortillas y las rosquillas, así como se encargan de esquivar y acomodar la leña que se usará para los días de las festividades. Las cocineras dividen su trabajo en nisquesadoras, moledoras, tostadoras, tisteras, chicheme- ras y jarreras. Los mantenedores son grupos de devotos que se encargan de apoyar la celebración con aportes importantes de granos, cacao y dulce. Los escribanos registran en los libros de la Cofradía los hechos de las festividades y todas las contribuciones de los devotos. Los alguaciles son los encargados de mantener el orden y la cordura en todas las actividades de la celebración, así como los comisarios son los correos de la Cofradía. Los Capitanes y cargadores llevan la Yegüita y la Muñeca, bailando en las procesiones al son de pitos y tambores. Destacan los patronos de iglesia, que pueden ser varones o mujeres, encargados de las principales actividades. Patrón de Vestir la Virgen, los Patrones de Alborada y el Alba, los Patrones de pasar en procesiones la Virgen de la Iglesia a la Cofradía y de la Cofradía a la Iglesia, Patrón de Ocho, Patrón de Vísperas, los Patrones de Salve, los Patrones de Tercia y los Patrones de aperar la Yegüita y mudar la Muñeca.
El Gran Celebro inicia sus actividades el primero de noviembre de cada año con la Contadera de Días, donde los cófrades reunidos en la Casa de La Virgen en una ceremonia mañanera, con granos de maíz, blanco, morado y amarillo, determinan las fechas de las actividades de la celebración. La Pica de Leña, la Atolada, La Ramada, La Alborada, El Alba, Las Vísperas, y el día del Gran Celebro propiamente dicho. La Contadera de Días, cercana a las cosechas fin de año, con el envío de un granito de maíz recuerda a los cófrades y al pueblo, sus compromisos y promesas con la patroncita nicoyana. El maíz, el alimento básico de las indiadas americanas resalta sus devenires en las comidas y las bebidas del Gran Celebro, el atol, los posoles, el chicheme, la chicha, el tiste, la pitarría, las tortillas, las rosquillas y los tamales, resabios ancestrales del regalo de los dioses, del maicito teocinte, el venerable maicito que viejas leyendas mesoamericanas recuerdan como la espiga sagrada que vino del cielo. Por ley indígena, la Pica de Leña no debe sobrepasar el quince de noviembre. Solo debe realizarse en un sitio al sur de Nicoya, en las cercanías del Cerro Las Cruces, el cerro místico, el amoroso vigía del pueblo, el cerro pleno de leyendas, historias y creencias de las india- das chorotegas. La Atolada en la mañanita del nueve de diciembre, compartiendo un rico atol de maíz pujagua, recuerda nuevamente a los cófrades y al pueblo sus compromisos y devociones con la Virgencita. El diez de diciembre la levantada de la Ramada, junto a la Casa de la Virgen, evoca el cariño de la Virgencita por los más humildes, visitando sus hijos queridos en un ranchito tal y como fue su morada en los primeros tiempos. En las Vísperas, las fiestas de la Alborada y el Alba, el once y el doce de diciembre respectivamente, rememoran las apariciones matinales de la Virgencita al indígena Juan Diego, coloridas manifestaciones plenas de actos piadosos, música, danzas, pólvora, campanas, fiestas y comederas en la casa de los patronos. En distintos sitios y en distintos momentos por todo el pueblo se realizan nutridos actos piadosos, rezos, salves, rosarios, adoraciones, plegarias y cantos que veneran la querida Virgencita. Todas las actividades conllevan mucha música, campanas y nutrida pólvora. El once de diciembre se realiza la Vestición de la Virgen, un acto discreto y silencioso en la casa de los Patrones de vestir la Virgen. La Virgencita será lleva da en andas floridas durante dos procesiones el once y doce de diciembre y en la Casa de la Virgen escuchará el canto Salve Regina Mater. En las procesiones aparecen la Yegüita y la Muñeca con sus danzas y areitos al ritmo de pitos y tambores, remembranza del Milagro del Cerro, cuando una Yegüita separó dos hermanos que peleaban a machete cerca del Cerro la Cruces. En ese mismo sentido, la Yegüita y la Muñeca recuerdan la Chilillada, una incruenta costumbre suprimida, una costumbre que durante las procesiones de la Virgen de Guadalupe, resolvía con chilillazos de cuero de danta las diferencias entre sus devotos.
Por la noche llega un espectacular juego de pólvora que ilumina los cielos nicoyanos, engalanando con sus luces el esplendor y la alegría que embarga los corazones de todos los devotos guadalupanos.
El doce de diciembre, propiamente el día del Gran Celebro, con una solemne misa y una nutrida procesión que evoca el portentoso Milagro de la Rosas, todo el pueblo con gran cariño rinde culto a la Virgencita nicoyana. Luego en la tardecita cuando el crepúsculo llega, se reúne el pueblo en la Casa de La Virgen, en un tipo de cabildo denominado la Elección, un vigoroso ejercicio cívico para escoger los cófrades que se encargarán de todas las festividades de la Virgencita el año entrante. En la vieja tradición por mandato de la ley indígena, solo votan las mujeres mayores de quince años.
La costumbre manda que una vez concluida la Elección y los escribanos anotaron todos los nombres en los libros de la Virgen, se inicie la Procesión de las Candelas, última actividad que recorre el pueblo de Nicoya llevando candelas encendidas, simbolizando el espíritu de fidelidad en el mantenimiento de estas pintorescas tradiciones nicoyanas. El nuevo Mayordomo lleva una cruz de madera, los priostes llevan varios cajones de madera con los enseres de la Cofradía, como garantía de los compromisos venideros con la Virgen de Guadalupe.
Sin duda alguna estas festividades constituyen una tradición viva que cada día se fortalece más, debido al mantenimiento vigoroso de sus actividades originales, así como la participación cada vez mayor de la comunidad portadora de la tradición que promueve el sentido de pertenencia, destacando el reconfortante empuje de la gente joven que cada año se incorpora más a los principales cargos y puestos de la Cofradía, revitalización que se muestra dirigiendo con gran solvencia, cariño y responsabilidad muchas de las actividades que comprenden las Festividades de Nuestra Señorita la Virgen de Guadalupe.
Nicoya, la vetusta y legendaria Nicoya, tiene un lugar preponderante en la historia de Costa Rica. Ha brillado siempre con luz propia al amparo de sus bellas costumbres y tradiciones, conservando el espíritu de las migraciones indígenas que originalmente poblaron la provincia. El pueblo nicoyano tiene en las fiestas de nuestra Señorita La Virgen de Guadalupe un emblema, una tradición que goza de buena salud, una de las tradiciones más arraigadas, que caracterizan con mayor esplendor el folclor religioso de la Provincia de Guanacaste. La tradición de la Virgen de Guadalupe será siempre uno de los principales símbolos de nuestros orígenes y del respeto y la admiración que nuestros espíritus deberán profesar por las cosas trascendentales y nobles de la vida.