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  • Entrevista a Miguel A. Marchena, director de la Filarmonía Municipal de Santa Cruz, organización galardonada con el Premio al Patrimonio Cultural Inmaterial Emilia Prieto 2022.

La Filarmonía Municipal de Santa Cruz tiene una larga historia; una que se recuerda con cariño. Retretas en el parque, donde mozos y mozas se reunían después de la misa matutina. Ellos caminaban en una dirección, ellas en la contraria, para cruzar miradas y otros coqueteos amenizados con jotas, boleros, danzas, contradanzas, pasillos, y - ¿cómo no? - bulliciosas y alegres parranderas.

Recuerdos felices de la presencia de la agrupación en las fiestas: de dianas en frescas madrugadas, de intrépidos montadores que pedían su parrandera antes de gritar: ¡Puerta! Y, también, recuerdos tristes como aquel 14 de enero de 1964, cuando, acompañando al tope santacruceño, un toro se coló entre los arrieros y mató al bombista Elías Munguía Lara-Juárez.

Según datos recopilados en el Archivo Nacional de Costa Rica por la música, historiadora y académica: María Clara Vargas Cullell, la Filarmonía de Santa Cruz tiene aproximadamente 130 años de existencia. Existe constancia de su registro para 1894, cuando contó con diez integrantes. En agrupaciones que fueron abrumadoramente masculinas, llama la atención que para 1897, su directora era una mujer: Inés Caravaca.

En su artículo Música y Estado en Costa Rica (1845-1942), Vargas indica que las filarmonías surgieron en las comunidades como consecuencia de la labor de las Bandas Nacionales destacadas en las cabeceras de provincia, razón por la que sus integrantes imitaron su disciplina militar como modelo. Surgieron para brindar esparcimiento y acompañar las ceremonias religiosas y políticas de la comunidad.

“Las filarmonías nacieron, por el contrario, en las pequeñas poblaciones, por el deseo de mostrar que el progreso había llegado también a ellas. Fue la necesidad de consolidar la identidad local la que va a permitir que esas agrupaciones sobrevivieran por muchas décadas, aún sin apoyo estatal”, recalcó la académica.

Para conocer cómo es la Filarmonía Municipal de Santa Cruz, agrupación ganadora del Premio Nacional al Patrimonio Cultural Inmaterial Emilia Prieto Tugores 2022, conversamos con su actual director: Miguel Ángel Marchena Hernández.

¿Existen diferencias entre filarmonía y banda?

Etimológicamente filarmonía significa amor a la música. Si bien las filarmonías tenían como modelos a las bandas nacionales, iban saliendo adelante con los pocos recursos que tenían. Sus condiciones eran muy diferentes. Las filarmonías eran pequeñas bandas de menor presupuesto que las Bandas Nacionales y que se integraban a la comunidad donde nacían. Por ejemplo, aquí en Santa Cruz, ya no había necesidad de llamar a la Banda de Liberia para que amenizara, ni protocolos, ni nada de eso, porque ya teníamos a la Filarmonía de Santa Cruz.

Incluso, una de las características más importantes, es que los músicos tenían que pagar al maestro para que les diera clases. Entonces, se convirtieron en las pequeñas escuelas de música de las comunidades y al dar retreta estaban, también, promoviendo la cultura.

¿Qué caracterizó particularmente a la Filarmonía de Santa Cruz?

En el caso de la Filarmonía de Santa Cruz, al estar alejada del Valle Central va tomando sus propias características; en algunos momentos sus músicos también tocaban marimba u otro tipo de instrumento más autóctono y algunas melodías se trasladaron a los instrumentos de viento. Se fue adaptando a la comunidad y no la comunidad a ella.

No teníamos la colaboración directa que daban para abastecer de música a todas las Bandas Nacionales y la dificultad que había en 1920 para conseguir música e instrumentos, se complementó con la música que teníamos a nuestro alrededor.

Nuestro modelo era la Banda de Liberia. Los directores venían con formación de las Bandas Nacionales. Aunque no teníamos reglas tan estrictas, sí había algunas características similares, como el uso del uniforme más militar con el quepis, con la percusión adelante, tocando marchas; incluso, me contaban los músicos viejos, que ellos cometían alguna falta musical y los metían a la cárcel, pero todo eso se fue debilitando.

¿Cómo se escucha una parrandera con marimba y con la Filarmonía?

Tengo la teoría de que cuando una pieza de compás 6x8 se toca en marimba y luego se traslada a los instrumentos de viento, que es un formato más bullicioso, la gente empieza a llamarle “espanta perros”, “arranca escobas”. El mismo punto tocado con una marimba y después tocado por la Filarmonía cambia totalmente y a esa música se le llama “parrandera”.

Además, hay una combinación de elementos que no tiene la marimba. En algunos casos se hace una introducción con trompeta, que es un tipo de ordenanza militar, seguido por un redoble de bombo y platillo, que también es de corte militar, y ya empieza la melodía en compás de 6x8. En cid=Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.&;" alt="A7401068" width="5.4in" height="3.6in" style="cursor: pointer; width: 5.4in; height: 3.6in;" />el caso de las Filarmonías del Valle Central, no hubo eso por estar más cercanas a los recursos, aquí la lejanía nos hizo evolucionar de otra forma.

¿Aún existen otras filarmonías tan antiguas como la de Santa Cruz?

No estoy seguro. Ahora lo que ha pasado es que en algunos lugares donde había, se transformó en marching band, los recursos se pasaron para esa transformación y la marching es un punto y aparte, es agarrar un modelo extranjero y trasladarlo directamente aquí. También hay otro modelo que se tomó, que es el de las cimarronas. Son bandas pequeñas que están tocando una buena parte de música que nada tiene que ver con la costarricense.

¿Cómo asumen el Premio Emilia Prieto al Patrimonio Cultural Inmaterial y por qué participaron?

A mí me pareció que había un tesoro muy grande en la Filarmonía que no habíamos explotado y empecé a explorar qué había pasado, quiénes eran las personas que estuvieron antes, algunas tradiciones que se dieron y entre más buscaba, más encontraba cosas sorprendentes. Me metí en Internet y vi que había una premiación y dije: Yo creo que cabemos perfectamente en este premio, con el rescate, la conservación. Aporté los datos que tenía y así fue. Me pareció un excelente estímulo para lo que nosotros estábamos haciendo.

Yo le digo a la gente que no es tanto la vanidad de un premio, sino la posibilidad de visibilizar esta música; de visibilizar esa resistencia de las generaciones pasadas por conservarla y trasmitirla a nosotros. Ahora nos toca transmitirla y hay un montón de jóvenes interesadísimos en esto. Con esto del premio, ahora quieren acercarse más a la Filarmonía y eso me alegra muchísimo.

A propósito: ¿Cómo hacen la inclusión de los nuevos músicos? ¿Cómo se mantienen en el tiempo?

El último gran maestro, quien me enseñó, fue Teodoro Guadamuz de la O. Él era el profesor de todo, como eran los profesores de filarmonía: daban trompeta, saxofón, tuba, percusión. ¡Todo lo enseñaban ellos! Ya en 1979, precisamente por la riqueza que hay aquí en marimbas, filarmonía, música y demás, la Universidad de Costa Rica decidió abrir la Etapa Básica de Música y es la que toma la formación de los músicos a partir de ese momento. La música tradicional está muy presente ahí, entonces, esa es la cantera que tenemos y ellos se foguean con nosotros.

Entonces, ¿considera que hay identificación e interés de la juventud por participar?

Sí, totalmente. Pese a la gran invasión que tenemos de diferentes géneros musicales, pero cuando se toca una parrandera aquí no me podría quejar de la reacción tan linda que tiene la gente. La gente sabe y está clara, que, por ejemplo, en una diana nunca va a caber un reguetón, nunca música mexicana, sino que es la parrandera. Que, en un tope, a mediodía, lo que cabe es la música tradicional nuestra.

Por eso quiero exaltar todo esto, porque, a pesar de haber sido un joven influenciado por la música extranjera de los años 80, lo que aprendí de esos señores me dejó marcado, porque esto es el verdadero tesoro, la verdadera herencia, tenemos que hacerle campito en nuestro gusto a esta música y yo siento que está muy presente en la vida de las personas jóvenes. Muchos colegios tienen su propia banda y toman la música que nosotros hemos preservado y la tocan, lo que me llena de felicidad.

El Colegio de Cartagena tiene una banda, el de Santa Cruz también, diferentes colegios más tienen otras pequeñas bandas independientes, tocan la música que hemos preservado. Lo que faltaba era patentizar que nosotros habíamos sido la matriz de todo ese movimiento, con esos señores que resistieron los embates de la música extranjera.

¿Cuáles son los instrumentos que componen la Filarmonía?

Tenemos la percusión que inicialmente era redoblante, platillo y bombo; ahora la ampliamos para tocar diferentes géneros. Luego tenemos: tubas, trombones, barítono, saxofones, clarinetes, trompetas y flautas traversa. Cuando asumí la dirección, metí otros instrumentos para modernizar, como bajo eléctrico, que nos permite tocar otros géneros más modernos, porque la demanda lo exige así.

Nosotros vamos a tratar de modernizarnos, pero estamos conscientes de que tenemos una gran responsabilidad con la música tradicional y tocarla de manera tradicional. No tocamos parranderas con bajo eléctrico, por ejemplo, es con tuba; ni con timbales, sino con bombo, platillo y redoblante. En eso estamos claros.

¿Por qué entre la percusión no se incluye a la marimba en la Filarmonía?

No es algo que hemos descartado, más bien lo hemos pensado. Nunca se ha hecho esa mezcla, porque estaba muy separado: allá la marimba y nosotros somos la Filarmonía. Ahora hay más apertura a otros formatos musicales sin ningún problema, más bien se vuelve interesante, pero antes era así. Estamos esperando la compra de una marimba para la Filarmonía, porque hay varios que la tocan muy bien, entonces va a ser fácil adaptarla.

¿Cuál es el repertorio tradicional de la Filarmonía?

Tocamos danza, pasillo, que no se creó aquí, pero tiene nuestro estilo, como “Amor de Temporada”, cuando es interpretado por instrumentos de viento, cambia a nuestra manera. Nosotros tenemos propiamente la parrandera que es el ritmo 6x8, que también es interpretada muy diferente en Liberia, sobre todo en la parte rítmica, el bombo es muy diferente a como lo toca la Banda de Liberia. Ellos tocan más lento, nosotros un poco más rápido e incluso la misma parrandera la tocamos distinto, más bulliciosa. También tocamos jotas, marchas militares, danza y contradanza, que es una mezcla de la danza y la parrandera; y algunas otras mezclas que se hacen. Son muy variadas, hay una gran riqueza. Nosotros retomamos todo esto y lo pusimos en un disco para que la gente lo conozca. También tenemos que atraer público y, como cualquier otra banda, montamos repertorio moderno.

¿Ustedes tienen partituras antiguas o se manejan más por oído musical?

Hay un buen porcentaje de la música tradicional que ha sido transmitida de manera oral. Por ejemplo, a mí me dijo el maestro: “Agarre la tuba y vamos a tocar a unas fiestas a Matapalo”. Me decía el tono y ahí íbamos, hasta tiempo después que yo sabía cuál era, pero hay una gran cantidad de piezas que se transmiten de manera oral y hay unos cuantos compañeros que se han dedicado a escribir para transmitirlas de manera más técnica. La Etapa Básica de Música también ha escrito y yo me he encontrado algunas partituras de maestros viejos que escribían sus parranderas, pero es mayor el porcentaje de música tradicional que hemos aprendido de manera oral.

¿Cómo es una retreta con la Filarmonía de Santa Cruz?

Salimos 100 metros antes del parque -antes marchábamos, ahora vamos caminando-, tocando la marcha. Llegamos, nos acomodamos y esperamos a que termine la misa. Empezamos con una parrandera, seguimos con una marcha, posteriormente un pasodoble, luego tocamos otra parrandera y vamos intercalando la música tradicional con otros géneros, pero siempre está presente nuestra música tradicional. En la retreta pasada tocamos como cuatro piezas de compositores de la Filarmonía, música original con el mismo formato que tiene la parrandera.

¿A qué hora es la retreta?

Hay dos posibilidades. Como tradicionalmente se ha hecho los domingos, a las 7 de la noche hasta las 8 p.m. Cuando el invierno es muy fuerte, hacemos recreos de 10 de la mañana a 11, que es la otra posibilidad.

Además de las retretas y recreos, ¿cuál es la participación de la Filarmonía en otros espacios tradicionales?

Por muchísimo tiempo fuimos la única banda que amenizaba todo: inaugurábamos edificios, íbamos a los partidos de futbol, a tocar los himnos en los actos protocolarios y éramos los encargados de los toques para las fiestas de enero, de las dianas, los topes, las corridas, las montaderas de la tarde y de la noche y el juego de pólvora, pero fueron surgiendo bandas independientes a ocupar esos espacios, aunque casi son los mismos músicos que estamos aquí.

La Filarmonía ya dejó su legado, ahora hay muchas cimarronas y bandas pequeñas que han ido ganando terreno y también el pueblo ha crecido mucho. Aquí hasta se tocan los entierros con parranderas, en algún rezo y en todas las actividades, pero la Filarmonía sigue siendo la matriz; aquí están los compositores.

También aceptamos compositores de la comunidad, como Eduardo “Balo” Gómez, precisamente en la última pieza que montamos nos hizo un homenaje, se llama “Viva la Filarmonía de Santa Cruz” y está muy arrecha, como decimos nosotros.

¿Cómo ha sido la reacción del público luego del anuncio de ganadores del Premio Emilia Prieto 2022?

Al siguiente domingo de recibir la noticia fue increíble: estaban inaugurando un parquecito infantil, la Municipalidad decidió hacernos un homenaje por el premio y fuimos recibidos con aplausos del público. Fue muy, muy lindo, hasta nos sentimos un poco abrumados con tanta atención, así, bonita. Es una gran responsabilidad, porque tenemos que tocar mejor, porque la gente llega a ver al ganador del Premio al Patrimonio Cultural Inmaterial. ¡Qué torta! Ahora no hay chance de fallar (ríe).

Ha sido motivo de atención para la gente, incluso hemos sido entrevistados en medios locales y la Municipalidad nos está dando todas las atenciones que requerimos para venir a la premiación el próximo martes en el Teatro Nacional. Vamos todo el grupo en un bus. Somos 17, más 6 voluntarios.

¿Tienen algún plan para los ₡8 millones de colones que da el premio?

Los ₡8 millones entran a las arcas de la Municipalidad, porque somos un ente municipal y no podemos tocar dinero. La administración y los regidores saben que eso nos lo ganamos nosotros con nuestro trabajo, entonces están anuentes a que hagamos algún proyecto para beneficio de la Filarmonía y canalizarlo de esa forma, porque no hay de otra. Quisiera dedicarlo a la capacitación de los músicos, a concientizarlos sobre la importancia de lo que tenemos como tesoro en las manos, conocimientos que nos sirvan para reforzar lo que hacemos y comunicarlo bien.

¿Cómo desean proyectarse como agrupación?

Nuestra meta es visibilizar más nuestra música, mostrar más el trabajo que hacemos, dejar patente qué tan importante ha sido la Filarmonía de Santa Cruz en todo este tiempo y premiar la resistencia que ha tenido por no cambiar su formato e insistir con la música tradicional.

Quiero agradecer a toda la gente que ha estado investigando esta música. Don Jorge Acebedo, un músico que hizo un rescate muy importante, publicó un libro que se llama “Música en Guanacaste”; es de esas personas que van allanando camino, mostrando al país que existimos. La misma María Clara Vargas en sus libros hace mención de nosotros, y a esa gente que se toma el tiempo de escribir, me genera mucho agradecimiento, porque son testimonios que dan fe de la existencia y personalidad de la Filarmonía de Santa Cruz.


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