La figura del gatekeeper puede ser decisiva entre la vida y la muerte de una persona, sugiere el especialista.
Una pregunta, hacia el final de la charla, planteaba si era cierto que existían casos donde era imposible evitar el acto suicida de una persona. La respuesta del doctor Jaime Alberto Carmona Parra, quien impartió la conferencia, fue contundente: “No… eso es un mito”.
Para el experto, los suicidios se pueden evitar y este fue uno de los mitos que derribó durante la conferencia “Los desafíos universitarios en la prevención del suicidio”, que se constituyó en la charla inaugural de la Escuela de Psicología, del curso lectivo 2024.
Carmona Parra conoce bien la realidad costarricense, debido a que estudió aquí. Es coordinador del diplomado latinoamericano en Suicidología y coordinador de investigaciones y posgrados de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Manizales, en Colombia.
Otro mito derribado fue el hecho que las personas que se suicidan siempre van a padecer algún tipo de trastorno psicológico. “No hay inmunidad al riego suicida. Puede ocurrir en todas las clases sociales y en todas las edades”, manifestó Carmona.
Además, las causas asociadas con este fenómeno suelen ser multideterminadas. Con esto, el especialista resalta que la conjunción de dos o más factores puede incidir en la decisión final de una persona. Desde aspectos económicos, culturales, geográficos, comunitarios, históricos, familiares, afectivos y psicopatológicos, pueden intervenir, incluso de manera simultánea.
Al ser multicausal, la intervención preventiva debe ser también interdisciplinaria e intersectorial. Al respecto, otro mito que ha calado entre la población es que el abordaje de los casos recae exclusivamente en los profesionales de la psicología, cuando más bien se requiere una participación activa de todos los sectores involucrados en el tratamiento de la salud mental de las personas.
Esta charla virtual se dio en momentos en que el Ministerio de salud emitió, en su más reciente Boletín Epidemiológico, que durante el 2023 se presentaron 3.959 casos de intento de suicidio. El dato arroja una tasas de 75,2 casos por cada 100 mil habitantes, de acuerdo con el análisis.
Las mujeres (68%) son quienes más realizan el intento, con respecto a los hombres (32%). Limón y Puntarenas son los cantones del país donde este fenómeno se presenta con más regularidad, mientras que Guanacaste es la que menos casos presenta.
Uno de los elementos más llamativos es que la tasa nacional por cada 100 mil personas se incrementa hasta un 262,2%, al tratarse de la población que tiene entre 15 y 19 años de edad.
En el campus
Durante la conferencia, el experto Jaime Alberto Carmona hizo una aproximación a la frecuencia de este fenómeno entre la población universitaria.
Por medio de ejemplos reales que compartió, el catedrático de la Universidad de Manizales reflejó situaciones de lo que representa una anomia, o la incapacidad desde la estructura de la sociedad para proveer a los individuos lo necesario para alcanzar sus metas. En este sentido, la pérdida de referentes simbólicos (padres, amigos, novio o novia) pueden ser causas de la presión psicosocial que pueden sufrir las personas adolescentes.
La competencia hostil entre estudiantes o entre profesores y ellos, la exclusión deliberada de grupos de la sociedad (por su raza, etnia, sexo, preferencias, ideologías), el abuso del poder otorgado naturalmente al personal docente o antecedentes de abuso sexual, pueden influir en el comportamiento de una persona y de las decisiones que pueda adoptar.
Al respecto, Carmona señaló dos rutas en el enfoque de la prevención del fenómeno suicida. Una de ellas, la más difundida, está centrada en los expertos, cuando las personas en situación de vulnerabilidad emocional acuden a un profesional de la rama de la salud mental para que aborden la situación.
El otro enfoque es el comunitario, donde “todos somos responsables en la tarea de prevenir el suicidio”, enfatizó el especialista. En esa línea, destacó el concepto del gatekeeper o “cuidador de la puerta”, un término metafórico avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que hace referencia a ese individuo que puede ubicarse en el umbral de la vida y de la muerte de otra persona.
“Puede ser un policía, un compañero o compañera de clase, una persona docente, un familiar, una amistad. Todos podemos ser gatekeeper y frenar la intención suicida, ubicándonos en esa puerta, escuchando proactivamente a la otra persona y entendiendo lo que puede estar ocurriendo en su entorno… hablar alivia, callar enferma. Por eso, en estos casos podemos intervenir y hacer tres cosas: primero escuchar, luego escuchar y de tercero, escuchar”, manifestó Carmona.
Eso sí, el especialista recalcó que esta intervención no debe ser forzada. Al final de cuentas, debe existir voluntad de parte de la persona afectada de escoger a su gatekeeper y él o ella, a su vez, asumir con responsabilidad la tarea sobre la cual puede depender la vida de una persona