Por Hernán Imhoff, Presidente de la Cámara de Comercio y Turismo de Tamarindo
En días recientes la Refinadora Costarricense de Petróleo (RECOPE) afiló de nuevo el machete contra los sectores productivos al solicitar un aumento en el precio de los combustibles aduciendo un incremento en el precio internacional del crudo.
Como si estuviéramos en una situación económica boyante, los señores de RECOPE, que hace años no refina absolutamente nada, pero sigue con una burocracia frondosa y que goza de amplios privilegios, recurre sin más soluciones a otro golpe para empujarnos más al precipicio.
Luego de más de un año de Pandemia, cuando la mayor parte de los sectores de la economía sufren los embates del COVID-19, la “petrolera” tica saca el látigo para castigar ocasionado un daño adicional al impacto negativo del virus.
Mientras en otras naciones de Centroamérica el precio local de la gasolina y el diésel permanece estable, no se explica uno como en Costa Rica estamos a las puertas de nuevos aumentos en materia tan delicada.
Números que asustan
Las cifras no mienten. Para muestra un ejemplo con el diésel. En caso de que la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos apruebe la solicitud de la Refinadora el precio de ese combustible subiría ¢36 por litro. Los aumentos sumarían ¢454 por galón en los últimos 4 meses.
En el caso de una buseta utilizada en turismo el tanque se llena con 24 galones (90 litros) aproximadamente lo cual significa ¢11 mil más con una eventual subida. En noviembre pasado el litro de diésel costaba ¢451, en condiciones normales y considerando la topografía del país ese vehículo citado recorre un kilómetro a ¢64. Sin embargo, en caso de aumentar el precio como pretende RECOPE diésel quedaría en ¢572 y ese mismo kilómetro significaría ¢82.
Fin del monopolio
En caso de aprobar esos “treponazos”, que según nos dice RECOPE no serán los únicos en el futuro cercano, el transporte de turistas -solamente para citar un caso- se encarecerá aún más lo cual nos colocará en una situación desventajosa frente a naciones competidoras.
Por si fuera poco, en julio próximo, terminará el año de moratoria para que las empresas dedicadas a la “industria sin chimeneas” inscritas en el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) empiecen a pagar de nuevo el Impuesto al Valor Agregado justo cuando todavía el sector está en medio de una lenta recuperación.
Lamentablemente el anticuado monopolio que aún rige la distribución de combustibles en nuestro país se ha convertido en un pesado fardo que cada día es más caro de financiar.
Tal vez sea el momento adecuado para abrir el mercado en este campo siguiendo el escenario de la telefonía celular o el negocio de los seguros donde los usuarios tienen opciones que permiten elegir cual servicio prefieren contratar ejerciendo una verdadera soberanía del consumidor.
La tiranía nunca es buena menos cuando solamente tenemos una opción sin derecho a explorar otras posibilidades comerciales. Hoy estamos a merced de los caprichos de RECOPE sin derecho a protestar.
¡No hay de otra!