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La Municipali­dad de Nicoya está en apuros para abrir de nuevo el vertedero, cerrado el pasado 18 de enero por el Ministerio de Salud; ahora, la ba­sura que se recoge en ese cantón, se empezó a depositar en Santa cruz, según un acu­erdo entre las munici­palidades de ambos cantones.

 

La Municipali­dad de Nicoya está en apuros para abrir de nuevo el vertedero, cerrado el pasado 18 de enero por el Ministerio de Salud; ahora, la ba­sura que se recoge en ese cantón, se empezó a depositar en Santa cruz, según un acu­erdo entre las munici­palidades de ambos cantones.

Por lo que los dese­chos viajan alrededor de 30 kilómetros hasta la celda, en las afueras de Santa Cruz.

Elizabeth Fernández, encargada de la oficina ambiental de la municipalidad, informó que la medida se aplicará mientras la Secretaria Téc­nica Nacional (Setena), resuelve una petición para que el botadero local funcione tres años más.

Según Fernández, lo que se busca en esos tres años, es continuar con el cierre técnico.

“Hemos presentado ocho láminas de planos con los diseños y de los trabajos que vamos a realizar en ese tiempo, solo falta que la Sete­na nos dé el visto bueno para continuar con el proceso de cierre técnico”, explico la experta ambiental.

El plan que pretenden poner en marcha en los tres años que está solicitando el ayuntamiento, comprende realizar un tratamiento de los lixi­viados, tratamientos de agua potable, y cerca­do periférico del vertedero.

El ayuntamiento ha invertido hasta el momento poco más de ¢90 millones para mejoras. Dentro de las acciones a to­mar, se construyó una caseta para un guarda, lo que brindará segu­ridad y no se permite que se deposite la ba­sura fuera del horario.

La municipalidad de Nicoya paga a su ho­móloga de Santa Cruz ¢7 millones por mes por recibir su basura.

Elizabeth Fernández, mencionó que dentro del plan que tienen para el cierre del ver­tedero, es la implementación de un cen­tro de acopio, inaugurado el año pasado, lo que ha venido a desahogar en toneladas de desechos reciclables al vertedero.

Por ahora, lo única esperanza que le queda al municipio, es la viabilidad ambiental para con­tinuar el trabajo y, además, se continúa en la compra de la finca donde se ubicará el relleno sanitario.