- Desde hace 22 años se reporta la prevalencia de estos males en hatos ganaderos de Tilarán y San Carlos
Las enfermedades venéreas se adquieren a través de prácticas sexuales con individuos infectados; igual que en los seres humanos, en el sector ganadero los machos y hembras, en especial los toros, se ven expuestos a estos males de transmisión sexual. Jorge Chacón, veterinario y coordinador del Programa de Investigación en Andrología Animal Aplicada (PIAAA), del Laboratorio de Andrología de la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad Nacional (UNA), comentó que dados los estudios realizados en 1992 sobre la prevalencia de enfermedades venéreas en toros, se diseñó la investigación “Diagnóstico de enfermedades venéreas primarias en toros reproductores en Costa Rica”.
El objetivo de esta investigación consiste en determinar la prevalencia de las denominadas enfermedades venéreas primarias en los machos reproductores y en los hatos de los diversos sistemas de producción bovina de Costa Rica, y su relación con las características propias tanto de cada animal como de su sistema de producción.
Parásito al acecho
Jorge Chacón recordó que hace 22 años se reportó en Costa Rica la prevalencia principalmente de Tricomoniasis bovina, causada por el protozoario Tritrichomonas foetus, en la zonas de Tilarán y San Carlos. Otras enfermedades como la Campylobacteriosis genital bovina, ocasionada por la bacteria Campylobacter foetus sub especie venerealis, es completamente desconocida en nuestro país y no existen datos de estudios previos.
En los machos, ambas enfermedades pasan inadvertidas; ya que no causan alteraciones clínicas en el examen del toro ni afectan su calidad seminal. El principal signo clínico se presenta en el hato, caracterizado por una baja eficiencia reproductiva, y se convierte así en un enemigo silente que reduce la eficiencia reproductiva y productiva grupal.
Chacón acotó que el Tritrichomonas foetus es un parásito asintomático en el toro, pues no causa ninguna alteración clínica en el animal ni en su calidad seminal, pero convierte al macho en un diseminador de la enfermedad que infecta el hato de manera consistente.
“Esta enfermedad presenta el gran problema de la inefectividad de los tratamientos, casi que la única salida es el descarte del animal y, en 1992, se determinó en la zona de Tilarán y San Carlos una prevalencia por hato aproximadamente de un 6 a un 15 por ciento”, explicó Chacón; además, con solo un toro que resulte positivo el hato está en problemas.
Por otra parte, en las hembras se presentan síntomas como vaginitis, cervicitis, endometritis y placentitis, la pérdida de la preñez temprana causa ciclos estrales irregulares, repetición de celo, reducción del índice de partos, y se han demostrado casos de piómetra postservicio y la pérdida fetal, al final de la gestación (aborto), aunque no es común.
Factores de riesgo
El especialista aseveró que entre los principales factores de riesgo de la triconomiasis bovina se encuentra la edad del toro, mayor a los cuatro años de edad, el genotipo, el pastoreo compartido, la alta relación en el número de hembras de cada macho, restar o alquilar toros reproductores, o comprar vacas de descarte para utilizarlas como reemplazos del hato.
En cuanto al genotipo, Chacón recalcó que se logró determinar que las razas europeas de ganado exótico presentaron un mayor riesgo que las razas locales o cebuinas. Dicha teoría podría obedecer a un factor de inmunidad local, en el cual los cebuinos son más resistentes, además de que su comportamiento sexual es diferente; es decir, realizan menos montas por vaca en celo y tienden a ligar más a una hembra que se encuentra en celo en ese momento.
“En las razas exóticas o europeas, usualmente, cuando existen varias vacas en celo al mismo tiempo, los toros se reparten y las montan más veces, hasta el doble o el triple, en comparación con un animal criollo. Eventualmente, eso podría aumentar el riesgo de infectarse”, acotó Chacón.
El especialista subrayó que el hecho de identificar los hatos es para informar al productor de que no cometa el error de sacar los diagnosticados positivamente y meter unos nuevos, porque estos se reinfectarían y la enfermedad nunca saldría del grupo.
Medidas de control
Chacón comentó que una de las primeras medidas de control es la eliminación inmediata de los machos positivos; el hato se debe dejar un mínimo de tres celos sin monta, pues la vaca tiene la capacidad de autoeliminar el parásito. Sin embargo, si alguna hembra presenta flujos purulentos debe ser separada de inmediato.
“La principal medida en los hatos infectados es el control de las vacas que están en celo, utilizar inseminación artificial y remplazar los toros por sementales vírgenes; eso sí, luego de los tres celos, para que las hembras puedan autoeliminar el parásito.
El veterinario manifestó que para realizar el muestreo en las fincas no solo se utilizará el método tradicional In Pouch, sino que gracias al avance tecnológico todas las muestras que resulten positivas o negativas se someterán a la prueba de Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR), con apoyo de la especialista Andrea Urbina del Laboratorio de Zoonosis y Micología de la Escuela de Veterinaria de la UNA. Dicho análisis tiene una confiabilidad y sensibilidad de un 99%, la cual determinará mediante el ADN la presencia del parásito y permitirá distinguirlo de otros protozoarios no patógenos, tales como penta tricomonas y tetra tricomonas, entre otros.