I.- VIVIR EL MOMENTO ES ABRAZAR EL FUTURO
Vivo por mí mismo lo que he de vivir,
los instantes de mi vida en la poesía,
mientras espero la luz para siempre
y un jardín donde anidar mis sueños.
Con el verso me crezco y me recreo,
recorro el momento y me ilusiono,
desconozco el tiempo que me queda,
pero me reconozco en la esperanza.
Soy de mirada penetrante, de oído
que escucha, de tacto muy sensible,
de instinto movido por el corazón,
pues únicamente así se abraza el cielo.
II.- LA PRESENCIA Y LA ACCIÓN DEL CREADOR
Más que un mero cuerpo somos espíritu,
en permanente vivencia y convivencia,
y como hijos de la propia historia vivida,
aprendamos a discernir los aconteceres.
Nuestro andar siempre vigilante y activo,
hay que saber detenerlo para analizarse,
el secreto del camino está en el donarse,
y en el querer abandonarse por lo auténtico.
Despojarse de las pretensiones mundanas,
sustraerse a ese comercio de intereses,
arrancarse ataduras, tomar otro ánimo,
esto es lo que alienta y alimenta la ruta.
III.- HACIA LA PLENITUD DE LOS TIEMPOS
De pronto se hizo fulgor el soplo Creador,
comenzó a clarear la senda del ser que soy,
se forjó un culto de caminos y caminantes,
ascendió en razón al reprenderse uno a otro.
Brotamos en sabiduría como puros retoños
del tiempo, nuestra filiación divina afloró
en luz, nos abrimos a la mística naturaleza,
donde todo se hizo en gratuidad y gratitud.
En la contemplativa de esa perenne gracia,
la venida de Jesús es amor, su paso calma
y nos colma de quietud: Así el Crucificado;
nos vive y revive, nos salva y nos redime.
Victor Córdoba Herrero