Compartir experiencias e identificar medidas para mejorar la gestión de las áreas protegidas en la región e integradas a los paisajes terrestres y marinos, para la conservación de la biodiversidad, fueron algunos de los principales objetivos que persiguió el IV Congreso Mesoamericano de áreas protegidas realizado en marzo pasado en Costa Rica.
El evento propició un espacio de discusión por medio de ocho simposios los cuales trataron de abordar en profundidad la realidad que viven dichas zonas en Mesoamérica.
En el caso de Costa Rica su superficie terrestre de sólo 51.100 km, hacen que sus espacios marinos y su biodiversidad constituyan un enorme potencial de desarrollo. Con los mares somos el país más grande de América Central, sin ellos somos el segundo país más pequeño de la región.
No obstante, las dimensiones y límites reales de este potencial, así como las capacidades nacionales para aprovecharlo responsablemente y se comprenden muy poco.
Por su ubicación geográfica, Costa Rica se encuentra en una zona altamente privilegiada pero esta posición se encuentra en peligro debido a las acciones o amenazas que han puesto en peligro la vida marítima.
Las amenazas que tienen los recursos marinos son varias entre ellas están: la contaminación, la sobreexplotación, la destrucción de los ecosistemas entre otros. Por ejemplo, el Golfo de Nicoya corresponde al área marina más degrada, tanto por sobre explotación como por contaminación particularmente de desechos acarreados por el río Grande de Tárcoles.
Los manglares que son de vital importancia debido a que en ellos muchos peces depositan sus huevos están siendo destruidos como resultado de la actividad humana, tanto tierra adentro como en la propia zona costera, los ecosistemas y recursos costeros y marinos se están degradando rápidamente.
El desarrollo urbano, industrial, turístico y agrícola suele planificarse de manera deficiente y los proyectos de ingeniería y desarrollo están modificando considerablemente los ecosistemas costeros. Todos estos factores, unidos a la contaminación, deforestación, represamiento de ríos y otros, han provocado una serie de modificaciones y formación de sedimentos dentro del humedal.
“Si algo queremos rescatar de este congreso es que no podemos seguir pensando sólo en lo verde, sino en lo azul, en el mar, y ese es el mensaje que queremos que ellos se lleven”, indicó el Ministro de Ambiente y Energía, René Castro.
Según el titular de dicha cartera el problema es que los océanos no cuentan con la misma legislación que la tierra, lo que vuelve más complejo realizar acciones en conjunto a nivel regional.
“La soberanía en el mar no tiene la misma definición que en la tierra, ni siquiera a nivel de Naciones Unidas hay acuerdo para altamar. Pero queremos decir que es posible dar algunos pasos y hacerlo con cooperación regional y acuerdos diplomáticos regionales”, indicó Castro.
El congreso desarrolló simposios en temas de áreas protegidas dentro del ordenamiento territorial y espacial marino, el cambio climático, cooperación y financiamiento, gestión administrativa y política como instrumento de consolidación de las áreas protegidas.
Impacto del cambio climático
Costa Rica, como toda la región centroamericana, es y será? afectada en gran escala por las consecuencias e impactos del cambio climático, los cuales a su vez amplifican o aceleran los efectos negativos de factores clásicos como la sobrepesca, fragmentación de hábitats, sedimentación y contaminación de aguas y arrecifes, debilitando aun más los ecosistemas.
La conservación de los ecosistemas marino-costeros claves aumenta la resiliencia ante las condiciones adversas y consecuentemente su capacidad de adaptación al cambio climático. Los ecosistemas marinos y costeros son de especial importancia. Aseguran las bases de vida de los pobladores y protegen tierras costeras ante tormentas, mareas, salinización de suelos y aguas subterráneas ocasionadas por el aumento del nivel del mar.
En un análisis realizado en el por el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) se identificaron 35 sitios de importancia para la conservación de ecosistemas marino- costeros que no están representados en el sistema. Incluir estos vacíos de conservación dentro del sistema de áreas marinas protegidas es necesario para mejorar la capacidad adaptativa del sistema de las mismas.
Rafael Gutiérrez, director ejecutivo del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), afirmó que: “Nuestro país presentará todos los esfuerzos que se han realizado en la protección del área marina, con el propósito de que las especies que habitan en estos lugares no desaparezcan” .
En este sentido, las leyes costarricenses marcan importantes pautas para la atención de un vacío de conservación. Por ejemplo, la Ley de Biodiversidad establece las pautas para la consulta y la participación activa de las comunidades y los pobladores en la toma de decisión y esto sucede pese a que en el país existen los mecanismos legales que en la teoría buscan la protección de las áreas protegidas tanto terrestres como marinas entre las cuales destacan tratados internacionales en materia ambiental, el establecimiento de la Ley Orgánica del Ambiente, la Ley de Vida Silvestre, la Ley de Biodiversidad, el establecimiento de la Comisión Especial de Ambiente en la Asamblea Legislativa, e incluso un viceministerio de Agua y Mares.
Calidad más que cantidad
Un 26% del territorio costarricense se encuentra protegido. Es decir un 11% más que el promedio mundial. Sin embargo, pese a lo positivo que resulta este dato, lo cierto es que el principal desafío que hoy día enfrenta el país es mantener la calidad de estas zonas.
Sin este atributo es imposible que estas zonas protegidas lograran prestar los beneficios esperados como calidad del aire, agua y alimentos, sostuvo Braulio Ferreira, secretario ejecutivo de la Convención de Diversidad Biológica (CDB) de Naciones Unidas, quien participó en el IV Congreso Mesoamericano de Áreas Protegidas, que se desarrolla desde ayer en el país.
“Las áreas protegidas también proporcionan materia prima, alimento, agua, oportunidades recreativas y control de microclimas de forma gratuita. En Costa Rica se ha aprovechado la existencia de estas áreas protegidas para el turismo, la recreación, la educación, investigación, capacitación, la protección de cuencas gracias a la vegetación natural y para la preservación de la biodiversidad”, sostuvo.
De acuerdo con el experto, es indispensable que los países destinen más espacios a la protección para preservar la variabilidad genética que yace en los ecosistemas, razón por la cual Costa Rica debe procurar que todos los tipos de ecosistemas estén representados en su sistema de parques nacionales y reservas.
Precisamente, el Sistema Nacional de Áreas Protegidas Sinac tiene un programa de monitoreo en algunos parques nacionales; la idea es extenderlo a todas las áreas silvestres protegidas. El mismo posee 30 indicadores que señalan cómo está la calidad del ecosistema y lo que pasa con la gestión.
Ferreira agregó que es esencial que aunado con los esfuerzos que realiza el Estado en la preservación de las áreas protegidas, también debe existir un involucramiento de las comunidades.
En este sentido, la conservación in situ, la conservación ex situ y las redes de conectividad en el contexto de cambio climático, se convierten en estrategias para la adaptación y mitigación al cambio climático.
En las ponencias los expertos, explicaron que a pesar de los esfuerzos en concienciación, beneficios sociales, ambientales y económicos, se mantienen como amenazas sobre las áreas protegidas, la expansión desordenada del sector agropecuario y forestal, tenencia de la tierra, demanda de fauna silvestre, pesca comercial. Por lo que aún queda pendiente, fortalecer el marco institucional del sector público, empresas privadas, ONG´s, sociedad civil, con la perspectiva de proyectos novedosos en conservación, uso y manejo sostenible de los recursos naturales.
Mecanismos de financiamiento
Los fondos ambientales figuran como los principales instrumentos para desarrollar la gestión ambiental, permiten complementar estrategias nacionales de conservación, contribuyen al fortalecimiento y a la sostenibilidad de los sistemas nacionales de áreas protegidas, movilizan recursos de donantes nacionales, internacionales, gobiernos y del sector privado; promueven las alianzas público privadas, fomentan la participación de la sociedad civil en la conservación y son mecanismos transparentes de manejo de fondos y rendición de cuentas hacia la sociedad en general.
En Costa Rica, la concesión de servicios no esenciales puede considerarse como un instrumento que permite lograr impactos positivos que apoyan financieramente la gestión de las áreas protegidas así como el desarrollo comunitario.
En este sentido, los principales retos de los fondos ambientales privados son: diversificar las fuentes financieras, recapitalizar las inversiones, mantener porcentajes de administración relativamente bajos sin afectar los servicios que se brindan, aprovechar las nuevas oportunidades ante la disminución de los flujos de cooperación internacional y realizar un manejo más eficiente de los recursos.
Ernesto Enkerlin, de la ONG Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) sostuvo que las áreas protegidas son una buena inversión, y así lo comprueban estudios hechos en muchos países que demuestran que la inversión en estas áreas rinde entre 35 y 60 veces el monto original.
“En un país como Costa Rica, que dedica el 25% de su territorio a la conservación, sólo en el rubro de turismo los beneficios representan el 4% de su Producto Interno Bruto (PIB)”, señaló.