Carlos Arauz Ramos
Colaborador Periodico Mensaje
Nicoya, la vetusta y legendaria Nicoya, tiene un lugar preponderante en la historia de la evangelización en Costa Rica. Nicoya la ciudad precolombina de Costa Rica, ha brillado siempre con luz propia al amparo de sus valiosas costumbres y tradiciones, conservando el espíritu de las migraciones que originalmente poblaron sus contornos.
Lo que hoy forma la Provincia de Guanacaste de la República de Costa Rica, era el territorio que durante la colonia se llamó Partido de Nicoya, amplia región donde se estableció y floreció la cultura chorotega o mangue, proveniente del Soconusco, México aproximadamente hacia el año 1000.
Hacia el año 1522 llegaron a Nicoya los españoles al frente del capitán Gil González Dávila y su capellán el Presbítero don Diego de Agüero, quienes fueron recibidos pacífica y noblemente por los naturales que habitaban la gran región chorotega. Los españoles se establecieron en la región chorotega y procedieron a poner en marcha sus planes de conquista y de evangelización en el nuevo mundo.
Durante los primeros años la administración espiritual de Nicoya estuvo encomendada a misioneros de la orden franciscana que tenían su convento en Nicoya, extendiéndose posteriormente a las regiones más alejadas del territorio chorotega. Desde la llegada de los españoles gran cantidad del pueblo chorotega abrazó y se convirtió a la religión católica. Según los reportes de Gil Gonzáles Dávila, inicialmente en todas las comarcas chorotegas fueron bautizados más de diez mil indígenas.
La primera iglesia o ermita de Nicoya, bajo la advocación de San Blas, fue construida en el año 1522, posiblemente hecha de horcones de madera, techo y paredes de palmas silvestres, dotada los ornamentos sagrados básicos. Más tarde la edificación fue de adobe, caña y palma y en los años subsiguientes, se estima que estuvo hecha de materiales como bahareque, adobe, madera y techo de paja. Luego con el trascurso del tiempo fue de calicanto y posteriormente los templos fueron más fuertes hasta llegar a las estructuras de piedra y techo de teja.
Las primeras ceremonias eclesiásticas en Nicoya fueron oficiadas por el Presbítero don Diego de Agüero en el año 1522 y posteriormente el 16 de Mayo de 1526, el Presbítero don Diego de Escobar en compañía de Capitán Pedrarias Dávila, por primera vez celebró el Domingo de Ramos en territorio guanacasteco, específicamente en la Isla de Chira, iniciando así con gran solemnidad la primer Semana Santa en Costa Rica.
En el año 1529, la administración eclesiástica de Nicoya se puso al cuidado de la Vicaría de Panamá. Esto mientras que el franciscano Dr. Fray Pedro de Zúñiga, asumía la diócesis como Primer Obispo de León para lo que era Nicaragua y Costa Rica, esta última región conocida como Castilla de Oro. Ese año sin recibir su cargo murió en Cádiz. Antes había sido capellán en la expedición de Francisco Fernández de Córdoba, habiendo estado en la fundación de Villa Bruselas.
En el año 1536 se nombró al Reverendo don Diego Álvarez Osorio, Segundo Obispo de Nicaragua y Costa Rica. Organizó la Diócesis de Nicaragua y dictó las primeras disposiciones sobre los asuntos espirituales de Nicoya. De igual manera en 1543 se nombró al Reverendo Dr. Fray Antonio Valdivieso como Cuarto Obispo de Nicaragua y Costa Rica.
En el año 1544 se erigió la Parroquia de Nicoya, bajo la advocación de San Blas, lo que propagó su devoción con gran intensidad en la región chorotega y sus vecindades. Los españoles propagaron la fe por San Blas, dado que era un santo muy milagroso, bondadoso, accesible, dulce, modesto, prudente, piadoso y sobre todo gran protector de la humanidad. Además se estima que en ese año llegó la devoción por la Virgen de Guadalupe a Nicoya, lo que llegó a fortalecer aún más la labor espiritual llevada adelante por la Parroquia de San Blas.
Ya para el año 1737 el cura párroco de Nicoya contaba con coadjutores o doctrineros para las atenciones espirituales de todo el territorio de la parroquia de San Blas, a través de coadjutorías que fueron estableciéndose en las actuales regiones de Bagaces, Santa Cruz, Filadelfia, Cañas que incluía Abangares y Tilarán, y Liberia. Ya para 1924 se erigió la Vicaría de Liberia que incluía los Curatos de Liberia, Bagaces, Nicoya, Cañas, Filadelfia y Santa Cruz. La Parroquia de Nicoya actualmente es sufragánea de la Diócesis de Tilarán de la provincia Eclesiástica de Costa Rica. El primer Obispo de la Diócesis de Tilarán fue Monseñor Román Arrieta Villalobos nombrado en 1961. Actualmente la Diócesis de Tilarán está conformada de cinco Vicarías: Tilarán, Liberia, Santa Cruz,
Nicoya, compuestas a su vez por treinta seis parroquias. En el año 1554 cuando ya se había erigido el Corregimiento de Nicoya, la iglesia de San Blas era una edificación todavía con techo pajizo. Se tiene conocimiento que un incendio en el año 1634, destruyó la iglesia y en el año 1641 hubo otro gran incendio que asoló toda la ciudad de Nicoya. Hacia el año de 1644 se terminó de reconstruir la iglesia bajo el Patronazgo de San Blas Obispo y Confesor. Esta iglesia era de calicanto y tenía techo de teja. Ya para 1751 la iglesia de San Blas era una sólida construcción de piedra y teja, tal y como fue anotado en su visita pastoral por el Obispo de Nicaragua y Costa Rica, Fray Agustín Morel de Santa Cruz quien describía la iglesia como un templo de piedra y teja, con cinco altares, sacristía, convento y habitación del doctrinero. Un incendio destruyó la casa cural de Nicoya en el año 1783, perdiéndose toda la información colonial existente. La iglesia fue afectada seriamente por un temblor en 1827 y concluida su reparación hacia el año 1840. En 1881 se pintó bellamente el interior del templo que la convirtió en una admirable y auténtica joya.
La Parroquia de San Blas la más antigua parroquia de Costa Rica, se convirtió en el punto de partida para que la religión católica se extendiera por todo Costa Rica. Los españoles permanecieron en la vasta región de Nicoya durante casi cuarenta años. En el año 1561, siendo Corregidor de Nicoya Juan Romo, se inició la conquista de los territorios costarricenses conocidos en ese tiempo como Castilla de Oro. La expedición estaba cargo de Juan De Cavallón, quien en 1562 funda Garcimuñoz, la primera ciudad española en el Valle Central de Costa Rica, en lo que hoy es Santa Ana. Juan de Cavallón, fue sustituido por Juan Vásquez de Coronado quien trasladó Garcimuñoz al Valle del Guarco donde fundó la ciudad de Cartago en el año1563.
Con la consolidación de Cartago como la Gobernación de Castilla de Oro, se intensificó el proceso de conquista precedido en la mayoría de los casos por las labores de conversión religiosa de los misioneros católicos. De esta forma con el tiempo fueron fundándose ciudades en las distintas regiones del Valle Central, como La Villa de Cubujuquí actual Heredia en el año 1706, La Villa Vieja de la Boca del Monte actual San José en el año 1737 y Villa Hermosa actual Alajuela en 1784. En muchos casos las fundaciones fueron precedidas por las misiones de evangelización, iniciadas en los primeros años por los religiosos de la Parroquia de Nicoya, lo que con el pasar del tiempo con muchos nuevos misioneros, llevó a extender la religión católica por todo el territorio de lo que hoy es Costa Rica.
Es muy importante destacar el gran papel de Nicoya como proveedor y como base de operaciones del proceso de conquista llevado a cabo por Juan Vázquez de Coronado. Precediendo el proceso siempre iban pioneras las misiones de conversión religiosa, llevado cabo inicialmente por los religiosos franciscanos de Nicoya, trabajos determinantes que iniciaron y llevaron adelante la conversión religiosa de Costa Rica. Inmensa labor llena de abnegación y sacrificios llevada a cabo por religiosos plenos de amor, sencillez y mansedumbre, a los que prácticamente los indígena llegaron a venerar. Al adoptar en primera instancia el cristianismo, los naturales paulatinamente irían aceptando al nuevo gobierno colonial de los españoles.
Por todas estas relaciones históricas la Parroquia de San Blas, la parroquia más antigua de Costa Rica, se considera sin duda alguna, como el punto de partida y la cuna de la evangelización en Costa Rica.