En rezago conservación de Caño Negro y Palo Verde
Humedales carecen de una estrategia para su protección así como de personal profesional, operativo y técnico.
Pese a que el país asumió el compromiso a nivel internacional para proteger sus humedales los cuales cubren el 7% de su territorio, en la práctica esto no se cumple.
En Guanacaste, Caño Negro, Palo Verde, Tamarindo, el manglar Potrero Grande, la cuenca del embalse Arenal presentan daños que ponen en peligro la integridad y permanencia en el largo plazo de sus áreas. ?Además, un total de 562.742 hectáreas de humedales carecen de compromiso para su conservación.?“A diferencia de los mecanismos formales como los parques nacionales o reservas biológicas, los humedales carecen de medidas efectivas para minimizar el impacto de la actividad humana que les rodea, o incluso que se realiza dentro del ecosistema”, explicó Leonardo Merino, representante del Programa Estado de la Nación,
Según el XVIII Informe Estado de la Nación, presentado el ultimo año los impactos sobre estos ecosistemas son un problema recurrente.
Por ejemplo, en 1993 el humedal Palo Verde fue incluido en el Registro Montreux de la Convención Ramsar, por cambios negativos en su ecología, y hasta la fecha no se ha planteado una estrategia para excluirlo de esa lista.
Prueba de ello es que Palo Verde recibió el “Globo Gris” que otorga la organización World Wetland Network, como una llamada de atención sobre la falta de acciones y políticas concretas para salvar dicho ecosistema, afectado por los drenajes agrícolas de la siembra de arroz.
En el caso del Refugio Caño Negro, entre 1988 y 2005, se perdió una cobertura de 87 hectáreas, lo que corresponde a poco menos del 1% de las 9.969 hectáreas que conforman el área protegida.
Las fotografías del Instituto Geográfico Nacional muestran que los principales focos de deterioro en Caño Negro se muestran en los sectores suroeste y noreste del refugio, y se debe a la extensión de pastizales y cultivos agrícolas.
La Contraloría General de la República encontró cultivos de cítricos, piña, caña de azúcar, raíces y tubérculos en terrenos colindantes con los humedales de Caño Negro y Térraba- Sierpe, con el riesgo asociado de arrastre de plaguicidas y erosión de suelos.
Entre los problemas de gestión encontrados se determinó que hay una ausencia de normativa operativa para implementar la Convención Ramsar en el país.
En cuanto a planes de manejo de los humedales, se encontró que Palo Verde y Caño Negro están en proceso de elaboración de uno.
Sin embargo, en la actualidad estos refugios carecen del personal profesional, técnico y operativo necesario para la adecuada protección de estos sitios, así como la falta de instalaciones adecuadas y equipos para realizar la vigilancia.
Bernardo Aguilar, integrante del Frente Nacional por la Protección de los Humedales y de la Fundación Neotrópica, aseguró que el país tiene mucho trabajo pendiente en el tema de humedales.
“En el caso de aquellos que no tienen declaratoria de área protegida, el reto es mayor porque el SINAC tiene que trabajar en esos humedales en condiciones presupuestarias todavía más exiguas. Eso a lo que llama es que en Costa Rica dejemos de ver la conservación que es solo del Estado, que metamos también al sector privado y a las comunidades”, comentó Aguilar.
Para Aguilar también es clara la falta de capacidad que tiene el Estado para monitorear y proteger las grandes extensiones de los refugios.
Mauricio Álvarez, del programa Kioscos Ambientales de la Universidad de Costa Rica (UCR), opinó que el Estado ha venido impulsando políticas que son contrarias a la protección de los humedales, como es el desarrollo de megaproyectos turísticos y la construcción de carreteras en zonas de alta fragilidad.
Álvarez criticó la poca capacidad que ha mostrado el Estado para generar políticas efectivas de protección a los humedales.
Por su parte, el biólogo Freddy Pacheco explico que en el país más del 70% de los manglares han sido destruidos. “Tenemos ejemplos de manglares que se destruyeron para incorporar poblaciones en esas zonas. Tenemos un problema muy serio al que tenemos que sumarle la destrucción por los contaminantes”, comentó Pacheco.
Para Pacheco, aunque el país ha generado un marco legal que protege dichos humedales, el problema radica en que no se tiene la correcta vigilancia en el tema.
El que dañe un manglar, está cometiendo un delito (…) yo diría que hemos avanzado, el problema se da cuando no se denuncia (…) aquí se requerirían por su puesto, autoridades más estrictas”, dijo el biólogo.