Un reciente informe del Indice de Desempeño Greenfield establece que Costa Rica es el país que logró la mayor cantidad de inversión extranjera directa en el 2020 en relación con su tamaño.
La información indica que la mayor parte de esas inversiones se relacionan con los sectores de dispositivos médicos, software, tecnologías de la información y servicios empresariales gracias a la llegada de 96 nuevos proyectos el año pasado.
Esa misma experiencia exitosa debe servirnos de ejemplo para reaplicarla al modelo del turismo que ha demostrado un enorme potencial en este campo y que, de seguro, sería una estrategia adecuada para contribuir en la recuperación de muchos de los empleos perdidos durante la Pandemia de Covid-19.
Buena iniciativa
La Coalición Costarricense de Desarrollo y el Instituto Costarricense de Turismo han dado un paso sumamente positivo en esa dirección estableciendo un documento que sirve como una hoja de ruta que responde a la mayoría de las inquietudes de las personas o empresas que desean traer su capital al país para generar negocios.
Es necesario aprovechar al máximo muchas de las ventajas comparativas que tenemos como nación. Un recurso humano con un alto nivel educativo en prácticamente todas las áreas, la seguridad jurídica del Estado de Derecho y la estabilidad de un sistema político con bases firmes, entre otras condiciones.
Un esfuerzo nacional para enganchar al turismo al tren de las inversiones tendría un impacto sumamente positivo en la generación de empleos y; sobre todo, beneficiaría a cientos de Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES) locales en los más diversos ámbitos desde la producción agrícola hasta la fabricación de artesanías que suelen tener muy buen mercado entre los visitantes.
La tarea de ubicar en la mirada de los inversores mundiales de turismo debe convertirse en una política de Estado durante los próximos años para ampliar el impacto positivo que este tipo de desarrollos empresariales han tenido en zonas como Tamarindo, La Fortuna y Manuel Antonio lugares que en los últimos 20 años se vieron beneficiados del boom de la “industria sin chimeneas”.
El esfuerzo vale la pena…¡Adelante!