Por Hernán Imhoff, Presidente Cámara de Comercio y Turismo de Tamarindo
Una vez pasadas las celebraciones de los 200 años de la Anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica es el tiempo propicio para reflexionar de manera calmada en relación con el diagnóstico de la situación actual de Guanacaste y las proyecciones para los próximos años.
Es claro que en los últimos 30 ó 20 años la provincia muestra signos claros de cambio tanto en su sistema de producción, como en otros ámbitos, igual de importantes. Atrás quedaron los tiempos en que los residentes de esta parte del país debían migrar a las plantaciones bananeras de la Zona Sur o San José en busca de empleo.
Además, la base de la economía pampera, fundamentada en la gran hacienda ganadera, se transformó para dar paso a segmentos del mercado como la hotelería, el turismo o la producción de energía renovable con fuentes solares o eólicas. Ese cambio ocasionó la llegada de más empresas privadas, oficinas de gobierno y el posicionamiento de las playas locales, como el caso de Playa Tamarindo, como sitios de fama mundial por la belleza de sus atardeceres.
Para que esas modificaciones impacten de manera aún más positiva en las nuevas generaciones de guanacastecos ocupamos superar varios desafíos. En primer lugar, mejorar de manera significativa la calidad de la infraestructura educativa especialmente en los niveles de primaria y secundaria para que las futuras generaciones reciban una instrucción de calidad en ambientes de primer mundo acompañada de una enseñanza más intensa de un segundo idioma (inglés).
En infraestructura debemos mejorar en grado sumo el estado de las rutas cantonales y nacionales. Las autoridades nacionales deben prestar especial atención a la carretera Liberia-Nicoya que ya muestra evidentes signos de agotamiento de su capacidad manifestados en las constantes presas que con mucha frecuencia entraban el tránsito vehicular hacia importantes centros turísticos de Liberia, Carrillo, Santa Cruz, Nicoya, Hojancha y Nandayure.
La disponibilidad de agua se encuentra en el centro de las principales preocupaciones. Necesitamos proteger las fuentes actuales y; además, desarrollar un esfuerzo-país para proteger de manera decidida los mantos actuales, propiciar una cultura de ahorro del recurso hídrico y mejorar la capacidad de gestión de las asociaciones administradoras de acueductos rurales.
Hoy Guanacaste es una tierra de oportunidades con un potencial enorme (numerosos paisajes costeros, volcanes, un aeropuerto, tierras fértiles y tradiciones culturales arraigas, etc, etc) que perfectamente puede mejorar, aún más, sus indicadores socioeconómicos, con base en empuje de sus habitantes que luego de dos siglos de haber llegado a nuestro país pueden decir con orgullo que forman la vanguardia del desarrollo nacional.